LA FEBBRE (LA FIEBRE)

Mario es un aventurero. Toma los riesgos como vienen y junto con sus amigos quiere abrir un local nocturno que promete ser un autentico éxito. Pero la llegada de una carta cambia totalmente su forma de ver y actuar dentro del mundo. Cuatro años y medio antes por iniciativa de su padre echó una instancia en el Commune (el ayuntamiento por estas tierras de Dios) y un empleo fijo y cómodo que no puede rechazar le va a cambiar la forma de ver la vida y le dirigirá directamente al amor de su vida a pesar de que todo parece que se va desmoronando.

Mario es un personaje fantástico. Es absolutamente soñador, idealista, con principios y siempre con una sonrisa en la cara ante las cosas buenas y las malas. Todos somos un poco Mario, queremos ser felices, queremos seguridad pero no renunciamos a vivir, o al menos lo intentamos, eso si, con menos energía e ilusión.

Pero ¿está el mundo del siglo XXI preparado para un personaje de estas dimensiones? Parece ser que no porque desde su jefe hasta su madre tienen cosas que decir al respecto, de vez en cuando incluso su difunto padre en un ejercicio de realismo mágico digno de pasar a la historia por la fina ironía de todas las andanzas que acompañan las desventuras y las ideas que pasan por su cabeza para solventar los problemas y escollos que se acaban convirtiendo en la solución de todos los problemas que causaron. Brillante en su concepción y en el guión así como en la ejecución y el montaje con transiciones oníricas de una belleza indescriptible entre niebla y bailarinas de discoteca.

Fabio Volo es sin duda impecable, está soberbio mejor incluso que en todas sus películas anteriores.

La Febbre es una pieza fundamental del Cine Italiano contemporáneo. Perfecta y conmovedora. Y se estrenó fugazmente en España, lo cual ya es mucho.

PROS: La Banda sonora impecable de Negramaro.

CONTRAS: ¿¿??