Caras y lugares

Película: Caras y lugares.
Dirección: Agnès Varda y J.R.
Intérpretes: Documental.
Proyección: Renoir.
Afluencia: 47 personas.
Valoración: 9.



El título es un resumen de las intenciones de esos dos directores de edades tan dispares y objetivos distintos, si bien el título original "Visages et villages" es más musical y atractivo. Ella, cin 88 años en el momento de rodar este documental tiene una carrera a sus espaldas larga, miembro muy sui generis de la Nouvelle Vague y esposa de Jacques Demy, el hombre de los musicales franceses. Él es un fotógrafo callejero con querencia por retratos enormes que le sirven para decorar muros, trenes e incluso tunear su vehículo con el que recorre el país galo. Estas personalidades tan dispares, aunque excéntricas (ella con su doble teñido de pelo y su curiosidad, inquietud y adaptación al mundo actual, a pesar de sus nada disimulados achaques y él con sus gafas oscuras que no deja nunca y su seriedad) conforman una curiosa pareja capaz de aunar fuerzas en un objetivo como es ir por el hexágono más desconocido y sacar a la luz personas que no aparecen en los medios y poner en marcha su ambicioso trabajo. La convivencia es apasionante y es tremendamente fascinante cómo vemos a esa abuela centenaria del codirector, o la búsqueda de Godard, camarada de esa enérgica mujer. Creo que muchos nos quedamos como J.R admirados ante las ganas de vivir de Madame Varda y su afán de saber. Una experiencia enormemente enriquecedora. Pero por ese recorrido vemos agricultores instalados en la tecnología, carteros, mujeres a punto de ser echadas de sus casas y la mujeres de los estibadores de Le Havre, tomando la palabra y apareciendo en las fotos de manera espectacular. También hay elementos a remarcar como la foto sobre el bunker caído en la playa de gran belleza. Y sobre todo mucho sentimiento. Echo de menos ver la resistencia de la gente a dejarse fotografiar y más en lugares remotos de poca población. Ellos saben combinar sabiamente lo que es un documental y sus vivencias logrando evitar el tener un carácter sesudo y el mirarse al ombligo. Cierto que la nonagenaria eclipsa a su circunspecto colega pero me apunto, aunque él también nos da lecciones con ese respeto nada servil a su compañera. Me pongo a sus pies Madame Varda.

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