Es por todos conocido que abogados, médicos y críticos de cine son la lacra de la sociedad. Los dos primeros son tópicos a nivel mundial pero la nimiedad de la influencia del crítico lo hace bastante inofensivo y menos peligroso de lo que puede ser, por ejemplo, un funcionario de hacienda. El crítico puede levantar apatía dentro del sector cinematográfico pero, a pesar de ello sus opiniones afectan más al entorno profesional que al público potencial. Uno de mis maniqueos apocalípticos favoritos es Juanma Bajo Ulloa que despotricó contra todo aquel que osó decir que Airbag era un bodrio doliéndole más en su idiosincrasia y egolatría que en su taquilla. Auque un crítico pretenda encabezar una campaña de desprestigio sólo lo conseguirá con el consentimiento de sus lectores ya que para cada palabra negativa siempre surgirán las archiconocidas “Me han dicho que está bastante bien” o “No puede ser tan mala” y que no impide que acabemos yendo l cine en manada como borregos a ver cosas como Dogma, La Playa, Torrente o Airbag entre otras muchas.
Los críticos hacen una labor poco reconocida como parte del engranaje del Séptimo Arte tan importante como los directores o productores pero más relegados y olvidados que los guionistas o los extras. Son individuos anónimos (les reto a decirme un nombre de un crítico cinematográfico del diario que leen normalmente sin consultarlo) cuyo número de seguidores es más que reducido y ganado con años de buen criterio, ingenio, pluma sagaz y dos horas de celuloide que comentar. Para muestra un botón, Orson Welles recibió un Oscar Honorífico en 1970 y durante su agradecimiento dedicó estas palabras a la audiencia: “Al público espero que entiendan que este premio significa mucho para mí porque no me o conceden ellos y mucho menos los críticos”. Aún así y con el permiso del Señor Welles voy a defender con uñas y dientes esta profesión no tan glamourosa como solemos imaginar.
La idea que tenemos del crítico de cine es la de un individuo enjuto y mohíno que se pasa el día yendo a preestrenos, viendo cine gratis y antes que nadie. ¡E incluso cobra por ello! Le imaginamos asistiendo al estreno de la última película donde asiste Tom Cruise abrazado de su señora esposa repartiendo sonrisas y autógrafos a la multitud embravecida. Quizás por el contrario lo imaginemos como un ser gris y tétrico agazapado tras una máquina de escribir preparado para saltar sobre su presa. Incluso en un alarde de imaginación podríamos escribir novelas con argumentos gansteriles sobre sobornos e intereses creados en torno a las Majors. Otro subgénero es el crítico de camiseta, aquel que siempre lleva merchandising de cada película que ha recibido y atiende expectante por si ocasionalmente una bolsa con regalos de la producción cae en sus manos para saquearlos o, si se tercia, sacar un sobresueldo vendiéndolos en E-Bay (aunque me consta que este es inquietantemente real). Pero esta mezcla de realidad y ficción me lleva a preguntarme ¿quién conoce personalmente a un crítico de cine? ¿Son invisibles? ¿Quizás sean ficción? Aún recuerdo con incredulidad como en un capítulo de Los Simpsons se celebraba un certamen de cine en el pueblo y Homer participaba como jurado. De tal grata experiencia recogió una moraleja que se quedará grabada en mi mente: “Marge, pues no es tan difícil esto de ser crítico de cine”. Si un dibujo animado de corta capacidad mental se atreve a realizar tal afirmación y estamos prevenidos para lo peor.
Cuando alguien lee una crítica ya sea por error, interés o sadomasoquismo nadie se plantea las mismas prioridades por lo que el Crítico se encuentra con un difícil conflicto de intereses que debe ser saldado con una actitud conciliadora que no decepcione al cinéfilo ni pierda al neófito. No todos podemos fardar de haber visto todas las películas e Godard y hay que reconocer que el público dominguero también tiene derecho a la vida.
Lejos quedan los tiempos en que Hedda Hopper y Louella Parsons tenían en sus manos todo Hollywood. La opinión de cualquiera de ellas era como citar el Antiguo Testamento y de su infalibilidad dependían los estudios ya que un ataque de sus lenguas viperinas podía tranquilamente arruinar la carrera comercial de cualquier cinta. Fueron ellas precisamente las que en cierta forma inspiraron la sentida dedicatoria de Welles y que no comulgaban con su visión del cine e incluso se atrevieron con Charles Chaplin. Su mayor apogeo vino con la Caza de Brujas, simple y sencillo acusar a alguien de “simpatizante de la izquierda” significaba n poner un pie en un plató nunca más.
Ahora el crítico es un pelele, usualmente mal pagado que ni pincha ni corta. Jamás será capaz de hundir una gran producción y posiblemente incluso ni una pequeña. El autentico valor del crítico actual consiste en realzar y respaldar las virtudes de cintas que de otra manera jamás llegarían al gran público, iniciar el boca a boca para que cintas como Full Monty, La Cena de los Idiotas, solas o Amelie dispongan de una vida más larga y una repercusión más notoria en su andadura llegando incluso a salir de los pocos cines de distribución limitada para llegar a ser la “revelación de al temporada” antes de ser repescadas en DVD o televisión.
El ecosistema del crítico es la sala de proyección. Las denominadas sala de “Preview” son lugares fascinantes cuya llave maestra es la acreditación y confirmación de asistencia. Antes eran los únicos requisitos, ahora gracias a la piratería además podemos sumar el registro “intimo” a la busca y captura de aparatos de grabación lo cual da más emoción a sus vidas. Las películas se proyectan en una estancia de dimensiones reducidas con unas treinta butacas muy espaciadas para favorecer, en caso de aburrimiento, que la cabezada sea más confortable. La pantalla no parece muy grande, sobre todo comparada con las nuevas televisiones gigantes de plasma pero el misterio de la física hace que al comenzar la proyección consiga un efecto muy similar al de un cine de dimensiones estándar.
Los films que son más importantes, o aquellos que interesa que sean vistos con un público menos hostil en la sala pueden salir de su entorno normal para verse en cines del centro con un pequeño ágape para los asistentes y si es posible con la aparición de alguno de los miembros del reparto para garantizar salir de la prensa especializada y aparecer en cada programa del corazón como sea posible. Las azafatas muy atentas reparten café y bollos lo cual interesa a un nutrido grupo de críticos que más atraidos por la comida gratuita que por ver el último trailer de la próxima película de Leonardo Dicaprio (comprensible por otra parte) se hacen fuertes en la primera fila del buffet libre.
Si no somos afortunados de ir a los pases de famoseo la sesión de previos se realiza a las 10 de la mañana, la mezcla de sueño y el estomago lleno hacen que hasta la más trepidante historia acabe produciendo un sopor incontrolable. La película vista por cinco o seis personas que luchan por mantener los párpados abiertos acaba de ser entregada para su sacrificio ante los medios. Al acabar la proyección nadie dice nada, recogen los trastos y desaparecen con el mismo aspecto mortecino con el que habían llegado dos horas antes. Espectáculo dantesco para mis tiernos e idealistas ojos... Pensar que alguno de esos señores pueden ser mis críticos de culto.
Y es que es cierto que antes se pensaba que ser crítico de cine era un trabajo menor y el empleo era heredado por los peores escritores y por gente que incluso odiaba el cine y que se veían atrapados en interminables sesiones. Para mi desgracia desde que tengo uso de razón he consumido cine, cual droga y sin control por eso cuando uno de esos plumillas ha sido capaz de transmitirme lo que le ha llegado desde la pantalla y me ayuda a recrear esa maravillosa sensación que es ver cine me siento muy orgullosa de decir que “yo quiero ser crítica de cine”.
PASOS BÁSICOS PARA ENTENDER LA CRÍTICA DE CINE
Tenía unas inmensas ganas de lanzarme a leer éste reportaje, pero cuando a penas esbocé escasas palabras, me decepcioné.
ResponderEliminarDe verdad quería leerlo pero al notar que expones comenzando, que al igual que los abogados y los críticos de cine, los médicos son supuestamente (bajo tu apreciación) “la lacra de la sociedad”, dejé de sentir ganas de leer la crónica porque, algo que comience así en evidencia estará mal sustentado (aunque se hable solo de los cineastas)….
Esa crítica por más que sea meramente especulativa (Vale decir que lo especulativo es poco realista), necesita de ciertas acciones y pruebas para poder ser establecida con bases sólidas. Uno puede esperar de cualquier ser humano común éste tipo de reacción, pero no de alguien que escribe un reportaje con intenciones serias y precisas.
Por tanto, ¿Puedes probar que tu tesis es cierta? Es decir, ¿Puedes demostrar que los médicos son la lacra de la sociedad, al igual que los abogados y los críticos de cine?... ¿En qué basas tu conclusión? ¿Cuáles son los tópicos, las pruebas y los resultados que exponen tu certeza más allá de un simple razonamiento? ¿Cuentas con material exponencial, bibliográfico y referencial que te sirva de antecedente para destacar tu síntesis? ¿Entiendes la consecuente especulativa de estos antecedentes si es que existen? ¿Qué estudios has realizado como para determinar tu afirmación?
Si alguna vez te dignas a contestarle a quien sea estas preguntas, te leeré.
Mis saludos.
Mal vamos, querido lector, si sus prejuicios iniciales le impidieron llegar a leer la segunda frase de este artículo de opinión, por tanto especulativo desde su concepción y subjetivo en su nacimiento como bien indica (que no reportaje, aunque sí sólidamente documentado en datos históricos, citas y demás).
ResponderEliminar“Es por todos conocido que abogados, médicos y críticos de cine son la lacra de la sociedad. Los dos primeros son tópicos a nivel mundial (…)”. Según la definición de tópico de la Real Academia podría definir mi afirmación como expresión trivial o muy empleada en la sociedad o lugar común que la retórica consistente en fórmulas o clichés fijos y admitidos en esquemas formales o conceptuales de que se sirvieron los escritores con frecuencia. Lo que me hace preguntarme habría herido igualmente su susceptibilidad o hubiera captado el tono jocoso de escrito si hubiera empleado una frase como “Es por todos conocido que los españoles somos todos bajitos, gorditos, morenos, llevamos boina, vamos a los toros, dormimos la siesta y comemos sólo paella y sangría (ocasionalmente tortilla de patata)”. Quizás para un lector no acostumbrado a la línea de este blog ese escollo sea más complicado de salvar y apunto su sugerencia de mayor delicadeza para escritos futuros.
Si bien es cierto que la profesión médica está bien considerada en ciertos ámbitos, no hay más que ver las estadísticas a la alza del CSIC al respecto estos datos, sólo hacen referencia al “reconocimiento” que la sociedad tiene de esos profesionales y no a su opinión real. Más de dos millones y medio de españoles tiene fobias a algo, una de las más usuales es a ir al médico y más específicamente al dentista. En un país donde tenemos una curiosa expresión como “matasanos” para dirigirnos a los profesionales de la salud, donde las agresiones son cada vez más habituales o las conversaciones a pie de calle desprenden ese tufillo de miedo y resignación ante la inminente visita a un doctor creo que se puede considerar que calificar a los médicos en tono irónico de “lacra de la sociedad” como tópico y licencia narrativa no es descabellado.
Los abogados, pobrecitos míos, salen peor parados, son directamente y en jerga popular “sacacuartos” y encima ni siquiera la pobre imagen que suele darse de ellos en medios, cine o series de televisión (que tratándose de un blog cinematográfico es el referente que se empleará) salen bastante peor parados en la opinión pública llegando a ser de las profesiones menos valoradas. Vamos, que al menos los padres quieren que sus hijos sean médicos (aunque no quieran visitar uno) pero preferirían que no se convirtieran en abogados.
De todas formas me hace gracia la poca importancia que ha dado al único dato valorativo del artículo: “(…)menos peligroso de lo que puede ser, por ejemplo, un funcionario de hacienda.”. No quiero pensar lo que pudiera suceder si un inspector susceptible leyera como usted el artículo que nos ocupa.
Le ruego relea el artículo sin prejuicios, pensando que está escrito para ser divertido a la par que divulgador y conceda las licencias pertinentes para poder comprenderlo en conjunto. No me cabe la menor duda de que superando su reticencia inicial incluso puede llegar a disfrutarlo.
Un saludo,
Buen día súper ciudadana del mundo, quería comentarle que la expresión matasano proviene de los campesinos en Latinoamérica, los cuales por mera ignorancia se referían así a los curanderos. Leyendo su deliberación referente a su crítica, solo encuentro redundancia, excusas y bases afirmativas para con el tema inicial no muy bien sustentadas.
ResponderEliminarDecir que los médicos son matasanos no es retórico en su insistencia de catalogarlos como lacras. Decir que ciertas “estadísticas” proveniente a lo mejor de nuestra estimada Internet, no es justificar con antecedentes su afirmación. Hablar de mala praxis eso es otro tema, y no encasilla a todos los médicos del mundo mi estimada amiga virtual. Ha negligencia, mala praxis y especulación en el gremio pero, estadísticamente (Baso mi certeza en la Federación de Medicina) los actos negligentes son muy bajos, comparado con el record de los abogados y los cineastas.
Aunque ciertamente dice (En todo el meollo de sus clínicas lingüísticas) que “lo dijo por decirlo como decir cualquier cosa” referirse a los médicos como lacras, no es tan suave como decirles matasanos.
Pero no discutiré más. Así como usted critica veo que no acepta crítica; ese es un mal del mundo de los “reporteros-críticos-artistas” actuales que, defiende más su ego más que nada puesto que para ellos equivocarse es sumamente imposible.
Saludos.
PD: Sabiamente, no catalogaré su estilo por un simple escrito. He leído otras cosas de ti y me han gustado; el hecho de meter la pata una vez no quiere decir que seamos cojos.
PD2: Así como le es dificil aceptar que no se puede decirle lacra a "los medicos" sin tener como por qué decircelos, así de dificil es que yo acepte tu dialéctica y relea el escrito... Como te dije.. Escribes buenas crónicas, pero soy un amargado en estos temas en los que se dice por decir... Muchos respetos amiga del mundo...
Hola por estos lares,...
ResponderEliminarResuelveme una duda. ¿no es este un escrito para la clase de Crítica de Cine de la Universidad de 1999? A lo que tengo que decir que fue el año en que hubo bastantes movidas de infecciones provocadas en hospitales que dieron lugar a un debate sobre la ética médica de dios y muy señor nuestro y cuando escribíamos sin consultar internet con las consiguientes palizas de biblioteca. Mierda, siempre eras cuidadosa y guardabas todo. ¿Tienes todavía el ensayo sobre el plano secuencia? Podías rescatar ese también.
Te animo a que hagas una encuesta pública sobre lo que pensamos de los médicos, mi voto está bastante claro, jijiji.
Por cierto, creo que deberías activar la moderación de comentarios, así me podrías incluso evitar a mí.
XOXOXO
Ey, my friend.
ResponderEliminar¿Dónde te metes? Cerraste el blog y el móvil está out desde hace meses. Deduzco que volvió a caerse a la piscina, eres un desastre humano.
¿No te he enseñado que la censura es muy mala? Además ya sabes que no puedo ser infiel a mi leif motif “Las opiniones son como los culos. Cada uno tiene el suyo”. Si que es un gran pensador Woody. Y dado que no nos vamos a poner de acuerdo en algo tan simple y subjetivo como es el clima de opinión popular y no le gustan mis fuentes (ya sabes que todas cimentadas en la verdad universal y amparadas por cervezas) sumado a que a mí no me gustan las suyas (aunque no las haya citado) he decidido unilateralmente que es mejor dejarlo correr. Además ya sabes que cualquier alusión a mi ego me convierte en McFly, me pierdo y no respondo :D
Cuando "reaparezas" te doy un par de cosillas que piensas que habías perdido para siempre y que, como bien dices, he guardado como una urraca y aparecieron en un cajón, te va a hacer ilusión y todo.