DEFINITIVAMENTE QUIZAS.

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Desde que Ryan Reynolds, el protagonista de esta cinta, y Scarlett Johansson anunciaron que estaban comprometidos no he visto más que reportajes en radio, televisión y revistas diciendo lo afortunado que era el muchacho por haber cazado a una de las bellezas más famosas y rutilantes del momento. Quiero aprovechar para decir que yo lo veo al revés. Guapo, simpaticón, atractivo y con cierto éxito Ryan es también un buen partido. Vamos que si la Johansson se cansa de él me lo puede pasar que no le voy a hacer ascos.


Definitivamente, quizás ha sido lanzada y “marketizada” como una comedia sobre el amor verdadero de dimensiones épicas. Mentira. Dicen sus guionistas que su intención era volver a las antiguas historias de amor que se contaban en el cine, esas que transcurrían durante media vida y en donde se conocían a los personajes a lo largo de su evolución. Alguno insensato dijo incluso que había muchos puntos en común con “Que Bello es Vivir”. Alguno que seguramente había bebido. Lo único que tiene en común esta comedia con los clásicos es, posiblemente, su desmedida duración.


Tras una clase de sexualidad en el cole Will (Reynolds) tiene que explicar a su hija Maya (Abigail Breslin, la de Pequeña Miss Sunshine o la catastrófica La isla de Nim) la historia de cómo conoció a su madre (nada que ver con la gracia de la serie casi homónima). Para ello se remonta diez años atrás y explica sus relaciones con tres jovencitas mientras estaba en plena campaña del Presidente Clinton.


La mezcla entre la comedia, la política, el estilo de vida y el amor y el éxito es una constante en casi todas las producciones de la Working Title que parece especializada en este tipo de cintas de consumo rápido y larga vida de videoclub pero posiblemente sea de las peores generadas por la compañía que cuenta en su haber con todos los clásicos de la comedia romántica de última generación ( Bridget Jones, Love Actually o Nothing Hill) pero nada de ellas permanece en esta ñoña, sosa y poco interesante propuesta que apenas logra hacer aparecer un par de sonrisas en un espectador hastiado de grandes historias de amor y que se huele los “happy endings” desde que salen los títulos de crédito.



PROS: El fugaz Kevin Kline


CONTRAS: Desaprovechar a Rachel Weisz.



1 comentario :

  1. Ya me daba palo ver esta peli, pero ahora ya seguro que paso de ella.

    Un saludo!

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