Mucha publicidad ha rodeado esta producción de época, pero claro, con semejantes protagonistas femeninas: las deseadas Natalie Portman y Scarlett Johansson y el cuerpazo de Eric Bana como objeto de seducción (por no hablar del hermano de estas interpretado por Jim Strugges que avanza lento pero seguro). ¿Cómo no dejarse seducir por estos nombres y cuerpos?
Todo al servicio de la historia, algo libre, pero historia al fin y al cabo del famoso Enrique VIII, conocido mundialmente por su ruptura por la iglesia y sus tórridos romances (casi todos acabados en decapitaciones públicas en Tower of London). Y lo que parecía una producción de gran altura acaba siendo lo que en realidad es una historia de este calibre: Un culebrón como la copa de un pino. Vamos que uno se puede poner a ver Los Tudor (la serie británica, y pasárselo incluso mejor con más morbo y carne).
Deja de lado cuestiones políticas, pasa de puntillas con la ruptura de Roma y decide obviar las cuestiones históricas para abordar solamente la relación de las hermanas por el amor del rey (basado en una novela cuyo rigor histórico es ligero)
Lo único destacable de la cinta de Justin Chadwick es sin duda sus loables interpretes que lejos de ser sus mejores papeles resultan algo anodinos y simplemente cumplen con más o menos dignidad. Durante la primera hora la película lucha por levantar el vuelo y los ánimos del espectador en unas pobres escenas de cama donde la sensualidad es más bien escasa. Y es que Hollywood olvida que a veces la carne es necesaria para condimentar una historia cuya base son las traiciones por amor, donde el sexo debía ser la máxima arma y las dos hermanas deberían ser más exultantes y exuberantes de lo que están para creer que hicieran tambalear el imperio británico.
Y no es por ser partidista pero sin duda y a pesar de haber sido la gran olvidada en la publicidad de la cinta la reina Catalina de Aragón es la personificación de la serenidad y la elegancia de una reina. Magnífica diría yo y contundente la interpretación de Ana Torrent, otra de nuestras pequeñas grandes estrellas. La otra gran estrella pero con pocos minutos de metraje (que llega a eclipsar a las protagonistas) es Kristin Scott Thomas, la madre de las criaturas que roba cada plano que comparte con cualquiera de sus compañeros.
Con una tónica un poco aburrida y una modesta factura Las Hermanas Bolena es una decepción recubierta con un toque histórico pero fácilmente olvidable en el panorama cinematográfico si no fuera por Bana (extrapolable en los caballeros por cualquiera de las musas femeninas) pero que en realidad se degusta con un sabor de rancia decepción.
PROS: Sus protagonistas.
Publicar un comentario