ARITMÉTICA EMOCIONAL


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La Aritmética es una parte de las matemáticas que se encarga de los números y del arte del cálculo. Paolo Barzman celebra un ejercicio en le que pretende que cuadren igual que en las ciencias exactas las emociones, el dolor, el perdón y el odio de la época nazi en los corazones de unos cuantos supervivientes del holocausto.

Susan Sarandon interpreta a Melanie, una americana que llega al campo de Drancy cuando es una cría donde es protegida por Jakob Bronski (Max von Sydow) junto con Christopher, otro jovencito irlandés. Allí recibe un cuaderno y un mensaje: Apuntalo todo, hay que recordar para poder contarle al mundo lo que ha sucedido aquí. Años después con sus vidas rehechas o deshechas a partes iguales invita a su casa a Jacob que llega acompañado por Christopher por sorpresa (Gabriel Byrne). Allí su reticente marido (Christopher Plummer) se da cuenta de que las viejas heridas de su esposa se hacen aún más grandes al ver a sus compañeros de reclusión.

Son muchas las cintas que tratan de forma directa o indirecta los campos de concentración de la segunda guerra mundial. Lo más habitual es ver reflejado el dolor del campo en la propia pantalla y no tanto las secuelas psicológicas de años posteriores en aquellos que tuvieron, o no, la fortuna de sobrevivir al exterminio que en ellos se produjo. Pero lo común en todas ellas es demostrar que las heridas son tan difíciles de cerrar que es imposible olvidar lo que sucedió yendo siempre un paso más allá, pidiendo que de hecho no se olvide, que se recuerde para la posteridad el error del pasado. Y siempre que se adentran en estos territorios poco explorados es por un motivo sencillo, el interior de los personajes es tan confuso que es complicado plasmarlo en la pantalla y pierde, inevitablemente fuelle.

Así después de abandonar el campo de Drancy a las afueras de París todos los personajes parecen seguir atrapados en él. Melanie se casó con un amable y en apariencia bondadoso profesor y se mudó a Canadá donde siguió recopilando los datos que le pidió su protector manteniendo demasiado viva su memoria y arrastrando a una inseguridad familiar a su esposo y su hijo que siempre están a la sombra de s devastadora realidad. ¿Se puede o se debe olvidar lo que ha pasado? ¿es posible superar una desgracia así? Hay amor suficiente para que los supervivientes no se vean acosados por lo vivido? Son las preguntas son respuesta que circulan en esta cinta que intercala conversaciones con silencios más reveladores que las palabras y flashbacks para ilustrar y comprender la relación que surge entre todos ellos.

Pero la simplicidad del tratamiento consigue que en un determinado momento las preocupaciones banales y un retrato más bien plácido regodeándose en los paisajes se entre en derroteros más carnales que rompen el tono nostálgico y sentimental para adentrarse en terrenos más farragosos mezclando sentimientos ajenos y latentes en la pareja protagonista, y me refiero tanto a Melanie y su esposo como a Melanie y Chistopher. Y es cuando aparecen los planos plásticos que pretenden resolver los conflictos internos con la belleza de las metáforas dejando todo a medias sin explicación y ansiando un final feliz que nunca llega restando algo de emoción a una historia de por ende tan dramática que pesa sobre las espaldas de todos ellos porque como reconoce su hijo vivir “dos millones de judíos en el trastero” es un peso que ninguna familia puede soportar.


PROS: La presencia de sus cuatro protagonistas

CONTRAS: La desubicación que causa la desgracia cuando la fotografías en tan idílicos parajes.

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