SYDNEY WHITE

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¡Qué afortunados somos los españoles! Nuestras vidas son sencillas al lado de los americanos con sus hermanadades, sus equipos de rugby, sus reinas del baile… Aquí básicamente nos preocupamos de que Paco, el camarero no se olvide de darnos azúcar y que la tostada no tenga un sabor fuerte a bacon.
Sydney White es una versión moderna de Blancanieves. La reina mala que es la más guapa y popular del reino ve amenazado su reinado por una recién llegada. Ella, huérfana y ansiosa por agradar intenta adaptarse al reinado de la pérfida rubia (aka hermandad) pero ella ante la posibilidad de perder al príncipe encantado e incluso su reino la expulsa y es acogida por siete Enanitos (aka, inadaptados) que viven en una casa medio en ruinas. Entonces comprenderá que sus ganas de encajar en el engranaje no son lo más importante, lo que en realidad necesita es hacer las cosas bien y forjar su propia historia. Por supuesto hay beso para despertar a la princesa ¡Sólo faltaba!

Sydney White es una de esas películas que tienen como único objetivo en la vida dar un papel a la típica estrella adolescente de moda: Amanda Bynes, más conocida por su papel en televisión en una comedia americana y por Yo soy el chico que por su discreto pero acertado papel en Hairspray. Yo personalmente no veo el atracito a esta adolescente con cara de pan, aunque si lo veo a su príncipe azul en este caso por una serie también bastante desconocida en nuestro país.

Pero a parte de todo lo obvio Sydney White es una más de todas estas comedias para adolescentes con humor blando y poco originales que pueblan las taquillas americanas. No aportan nada nuevo aunque se caracteriza por un humor tan blanco como el apellido de su protagonista. Una cinta mucho más propia de un videoclub que de un cine.


PROS : Mattt Long, desconocido sólo para aquellos que nunca vieron Jack y Bob.

CONTRAS: La sucesión incesante de tópicos marginales.

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