BOBBY Z

Tiene guasa la meteórica carrera de Paul Walker. Es uno de esos rostros guapetones que realmente dan sólo decepciones en la pantalla grande. Sin un solo filme que pueda atesorarse como bueno o al menos un taquillazo en condiciones va enlazando uno tras otro proyectos de acción de factura dudosa (e incluyo The Fast and the Furious a propósito). Pero lo gracioso es que aunque se cuele en una producción de primera línea como Banderas de nuestros padres simplemente es el tipo que enseña cachas en Inmersión letal. Vamos que su único talento se encuentra claramente focalizado en sus abdominales. Todo sea dicho de paso muy bonitas, no quitemos mérito al chaval.

Bobby Z es otro claro ejemplo de la escasa imaginación de Hollywood. Este pastiche realizado con retales de otros films que pasa desde Caza al Terrorista hasta Papá por Sorpresa con una buena dosis de Poli de Guardería o Canguro a la Fuerza consigue alternar acción a cascoporro con dosis de surrealismo que podrían convertirse en una comedia sin haberse esforzado mucho.

Bobby es un mafioso de tres al cuarto que fallece en Tailandia. Un policía decide convencer a un mediocre preso para que se haga pasar por él ayudando a la policía para solucionar unos asuntillos con los colegas delincuentes del tal Bobby. Entre pudrirse en la cárcel o salir de ella Walter y sus abdominales deciden dar una vuelta por Méjico haciéndose pasar por el vegetariano y déspota capo de la droga.

Predecible se quedaría corto para definir la sucesión de despropósitos a los que algún insensato llamó guión. Incluso Laurence Fishburne y Joaquim de Almeida parecen ser conscientes del ridículo espantoso de esta cinta. Eso sí, ahí se quedaron. ¡Hollywood no es lo que era!



PROS: La escena en que vuelan la cabaña. Digna de protagonizar “muertes más estúpidas del cine”.

CONTRAS: ¿Vale que enseñen carne los hombres? En ese caso nada.