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Ember es una ciudad subterránea. Fue creada hace muchas generaciones para que los humanos pudieran sobrevivir al desastre de la superficie. Los ingenieros lo planearon todo. Colocaron un impresionante generador y sentaron las bases de una civilización organizada fijando el momento en que sus habitantes deberían volver al mundo de la superpie pero no contaron con que esas instrucciones fueran desobedecidas. Con el paso del tiempo la decadencia empieza a llegar a embrees, las estructuras fallan y algunos “pequeños rebeldes” contemplan la posibilidad de salir a buscar una solución fuera de la sellada ciudad.
Puede que el reciente éxito editorial de Túneles, que será dentro de nada, consiga eclipsar totalmente las escasas virtudes de la cinta. Con un look bastante cutre, algo parecido a un intento de plagio de Jean-Pierre Jeunet pero sin pasta, y unas ideas la mar de acartonadas carece de sentido del humor y del ritmo. Condiciones indispensables para una cinta infantil.
La presencia de Bill Murray, Tim Robbins, Martin Landau y Saoirse Ronan, la inquietante niña de Expiación, eran buenas señales. Señales que podían interpretarse como la constancia que bajo tan plano planteamiento en realidad podía subyacer una buena película de aventuras para críos. Falso. Corresponde al cupo de películas alimenticias para toda la familia que parece obligatorio para todo actor de prestigio que circule por Hollywood.
Dolorosamente absurda y ridículamente tonta Ember podría haber sido tranquilamente un lanzamiento en DVD, de hecho hubiese sido un bonito detalle.
PROS: Da igual lo absurdo que sea el papel. Bill Murray es siempre genial.
CONTRAS: Que comprar novelas juveniles de éxito para hacer caja sea una moda con futuro.
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