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Hay algo intrínsecamente sádico en ver las películas no comerciales del Señor Colin Firth. Si, es tipo es muy guapetón, no es mal actor, tiene normalmente bastante tino pero en realidad todos sabemos que si le sacan de sus comedias de corte hollywoodiense la experiencia puede ser traumática (incluso con estas a veces hay riesgo, ¿para qué negarlo?).
Este drama familiar le coloca en el ojo del huracán. Su padre está muy enfermo. Por eso regresa al hogar para pasar los últimos momentos con el hombre que le ha criado y le ha convertido en la persona que es ahora. A través de las anécdotas de la infancia y la juventud empezará a conocer ahora a su padre y a meditar sobre todo lo que pensaba que sabía de su familia.
Como está feo echar por tierra el trabajo de este inglés por el cual muchas féminas sienten devoción voy a hablar solo del único aspecto positivo de la película (cada uno que interprete esto como quiera): el juego de espejos y reflejos. Es bastante habitual que los personajes se descubran mirándose o viendo en el reflejo de los cristales las escenas más emotivas de la película. Con este punto entre poético y metafórico consiguen poner al espectador en algún punto entre la acción y los personajes haciéndoles prácticamente parte de la trama.
PROS: El trabajo actoral es mucho más que digno y el juego de espejos bastante sofisticado.
CONTRAS: El aire de drama familiar con flashbacks aburre hasta la saciedad.
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