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El Retrato de Dorian Gray debe trasmitir esa decadencia enfermiza para llegar a crear el desasosiego propio de la novela. Un ambiente de terror gótico logrado sólo por unos pocos novelistas que cincelaban las palabras. La pena es que Oliver Parker no haga lo mismo con el celuloide creando una parca adaptación con poco ritmo amparándose exclusivamente en el encanto de una ambientación de época y poco más. El joven Ben Barnes no acaba de convencerse a sí mismo de haber logrado uno de los papeles más significativos y reconocibles y se queda en una simple cara bonita carente de sentimientos (incluso incapaz de trasmitir esa carencia en las partes donde procedía con una vacua mirada de portada de revista). De otra parte el siempre correcto, y británico, Colin Firth es quizás el único referente de fidelidad y el punto positivo de esta puesta en escena.
Tras la primera hora de película el espectador caerá en un sopor que nunca remontará y el clímax y las conclusiones, ya de por sí mascadas por un guión algo simplón, no consigue que esta cinta haga justicia a una de las obras clave de la literatura moderna quedándose anclada en anécdotas y ambientaciones burlescas de orgías victorianas.
PROS: El siempre competente Colin Firth.
CONTRAS: La poca justicia que hace a su original.
¿Tan tan tan mal está? Tengo un amigo que fué a verla (ÁLvaro, Willy, vamos) y me dijo que al principio aburre un poco pero que el final le gustó bastante...
ResponderEliminarEn fin, ya la veré en DVD a ver qué tal.
Un besote.