AIR DOLL

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Después de ver mucho cine oriental hay que dividirlo claramente en dos grupos: el de artes marciales y las marcianadas con corazón. Sin duda el planteamiento de Air Doll sólo puede encuadrarse en el segundo núcleo cinéfilo.

Está intima y mínima historia recorre el descubrimiento del mundo de una muñeca hinchable que descubre su corazón. Un buen día pasa de ser una sustituta de amor a convertirse en una persona con un mundo entero que descubrir. Así mientras su legítimo dueño pasa el día trabajando en un triste restaurante ella sale a descubrir las calles y sus moradores acabando en un videoclub que le ofrecerá el primer empleo y el primer amor de su vida. Pero claro, una muñeca hinchable tiene sus limitaciones y poco a poco el mundo recién descubierto y los sentimientos que crecen en su interior acabarán haciendo que el aire que llena su interior sea poco en comparación con lo que ella quiere.

Air Doll plantea una idea curiosa que muchas otras cintas han intentado, no deja de ser una moderna y sexual Pinocha del siglo XXI con un truculento quehacer nocturno. Esa idea y los planos metafóricos y poéticos hacen solventable un primer tramo de la película que acaba estancándose hacia la mitad del metraje en una pendiente visceral de la que sólo sale y que magnifica su última media hora, una bella reflexión cargada de tristeza que bien vale aguantar ese núcleo central que roza lo soporífero.

Si con Lars y una chica de verdad asistimos a la percepción de que la muñeca era real para el protagonista queda chocante, cuanto menos, la justificación de que un ente de plástico pueda realizar determinadas proezas pero sobre todo en busca de una belleza visual se realicen planos contradictorios que, cuanto menos, desconciertan a un espectador avispado.

Pero, considerando que el aprobado se lo lleva exclusivamente el citado final poético el visionado de Air Doll es solo recomendable para asiduos al amor de plástico con mucha paciencia o para amantes del manga homónimo de Yoshiie Goda con ganas de poner cuerpo y cara a Nozomi.


PROS: El final, hermoso.

CONTRAS: Su desmotivante desarrollo y el cartel que induce, una vez más a engaño de género, no se equivoquen, esto es un drama.

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