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El contraste de personalidades que hizo gracia en las otras dos entregas ha agotado la paciencia de un espectador que es consciente del declive de la comedia americana asiste a la intencionalidad taquillera de los nuevos (bueno, no tan nuevos) actores cómicos unidos a los pesos pesados de la pantalla.
Ahora los miembros de la familia de apellido ridículo se enfrentan a la mirada atenta del exigente de la CIA que decide declinar la responsabilidad del control familiar a su sucesor masculino más cualificado: el enfermero (jefe) que ahora es también padre de familia responsable con una nueva amiga que dará mucho que hablar y que pensar al suegro en cuestión.
Por supuesto nada nuevo en el firmamento en una comedia lineal con un guión que roza el tedio absoluto.
PROS: Para los fieles seguidores de las anteriores sin ningún remordimiento a la hora de ver una y otra vez lo mismo.
CONTRAS. Su insustancial contenido y continente.
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