La invención de Hugo

Película: La invención de Hugo
Director: Martin Scorsese
Intérpretes: Asa Butterfield, Chloë Grace Moretz, Ben Kingsley, Sacha Baron Cohen, Ray Winstone, Jude Law, Christopher Lee
Proyección: Princesa
Afluencia: 96 personas
Valoración: 6


Y se oyeron aplausos en la sala, aunque tímidos. Era algo que hacía bastante tiempo que no sentía. Aparte de gustar la película supongo que se celebraría la reinvención de Scorsese, gracias a la insistencia de su hija preadolescente en que hiciese algún film que ella pudiese ver en ese momento de la vida que estaba viviendo. Para ello debió dejar atrás Nueva York, sus películas violentas y a su actor fetiche de los últimos tiempos como DiCaprio. Eso sí repitió con Kingsley tras "Shutter Island". Además tomó por los cuernos meterse con el 3D y con efectos técnicos que fueron recompensados hace pocos días en los oscars. La jugada por esa parte le sale bien y da atractivo a la película en el que la magia, aliada del séptimo arte, tiene un gran papel y demuestra su gran conocimiento del mundo del celuloide.

Parte de una novela con ilustraciones de Brian Selznick (Otro con el mismo apellido nos emociona continuamente, incluso con películas-río como "Lo que el viento se llevó" o "Rebeca") en la que comienza con cierto aire propio de las novelas de Dickens, actual en el bicentenario de su nacimiento. El Hugo de la película es un niño que vive dentro del reloj de la estación de Montparnasse en París que también comete pequeños hurtos que le traen las antipatías del dueño de una tienda de juguetes (Ben Kingsley) y la persecución de un inspector de estación (Sacha Baron Cohen) por ser huérfano y encima ladronzuelo. Se dedica a la relojería y a tratar de poner en marcha un artilugio mecánico que trajo su padre de un museo quemado y que no pudo poner en marcha por morir en un incendio. Conoce a la literaria hija de los dueños de la tienda aunque con una existencia monótona y aquí comienza una historia más bien sosa con situaciones en que todo se encaja de manera más bien forzosa. Y tras un guión que debió de trabajarse mejor llegamos al momento culminante en que Georges Méliès (asombroso Kingsley) descubre su historia provocado por las fotos que encuentra su hija (maravillosa escena con las imágenes volando de la maleta donde estaban guardadas que muestran el oficio de Scorsese) donde vemos en pocos minutos de cómo se pasa del éxito del incipente arte al fracaso por la guerra y los consiguientes cambios en el gusto del espectador. Vemos una maravillosa recreación de la estación, hecho en en estudios londinenses, al igual que el hogar del chico que parece una corte de los milagros.

Echo en falta actores franceses y que se hable en la lengua de Molière, ya puestos. Me sobra la última escena en que aparece todo el mundo en paz y en buena compañía. ¿Por qué no ir a lo esencial?. En cuanto a los actores el tono es irregular. Asa Butterfield dice poco aunque el director luce continuamente sus ojos azules y su pareja no destaca precisamente. Sacha Baronestá soportable y demuestra que puede estar en un film coral. Es una lástima el poco provecho que saca a Jude Law, el padre de Hugo y a Christopher Lee, que sigue activo a sus noventa años. Pero el maestro es Ben Kingsley que da una lección de señorío en su papel histriónico cuando es necesario, contenido en el drama de su vida. Un gran homenaje al cine pero se olvida el director que hay que cuidar más las historias que, al fin y al cabo es lo que dura en la retina.

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