Mommy

Película: Mommy.
Director: Xavier Dolan.
Intérpretes: Anne Dorval, Antoine-Olivier Pilon, Suzanne Clement, Alexandre Goyette, Patrick Huard.
Proyección: Renoir.
Afluencia: 52 personas.
Valoración: 5.


Las relaciones entre padres e hijos adolescentes son de todo menos idílicas y más si alguno de ellos tiene una enfermedad. Con estos mimbres se puede pensar en la típica producción de sobremesa o en las películas de Hollywood que se centran por lo general en la superación y en la máxima de que el amor todo lo puede y abusando de la emotividad. Aquí no se renuncia a ello pero hay más componentes. Para empezar la acción transcurre en 2015 con una ley que se ha promulgado en Canadá en la que si un hijo es incapaz de ser controlado por sus progenitores el estado se encarga de él. Y ésa es la espada de Damocles en la que se mueve en sus dos horas y cuarto esta cinta dirigida por un chico de veinticinco años, el cual ya ha dirigido cinco películas en que está presente de una manera u otra los encontronazos generacionales y esta obra le ha llevado a ganar el premio del jurado en Cannes el pasado año. Dolan además se suele rodear de la misma gente empezando con sus actores en que destaca ese muchacho con TDAH (Trastorno de déficit de atención e hiperactividad) con brotes violentos que, a pesar de su carácter conflictivo logra hacer bien (Lo mejor del film, Antoine-Olivier Pilon). Le secunda esa madre-coraje que lo quiere tener a su lado, a pesar de las dificultades y de su situación (trabajo inseguro, falta de madurez de ella, aplica la tesis del amigo-hijo y que el amor lo puede todo con escasos resultados), muy creible y buena correa de transmisión del director. La situación cambia con la aparición de esa vecina maestra y tartamuda por un trauma. A partir de aquí pierde espontaneidad y salen defectos como el tremendismo, los toques genialoides que estorban (movimientos de cámara, música algo fuera de tono, pudiéndose oir a Il Divo, Céline Dion, Oasis...). Fallan también esos secundarios átonos que no aportan gran cosa. Pero ante un caso clínico opta por algo fresco, con sus toques de humor y planteando dilemas que no son tan ligeros como pudieran aparecer en el tono de lo que se ve en pantalla, la cual es cuadrada durante gran parte de la proyección para dar esa impresión de opresión, de querer captar la mayor cantidad de gestos posibles y se hace convencional hacia el final dando mayor importancia a los espacios abiertos de Quebec. Obra agradable, fresca, con aire pop, gracias a la música y a la fotografía pero que le falta concretar y evitar la dispersión y mejor control de personajes.

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