Clash

Película: Clash.
Director: Mohamed Diab.
Intérpretes: Nelly Karim, Hany Adel, El Sebaii Mohamed, Admed Abdelhamid Hafny, Mohamed Fares.
Proyección: Golem.
Afluencia: 10 personas.
Valoración: 6.



Cuesta poner en el mapa cinematográfico a Egipto, del que lo más conocido es Omar Sharif y se ha rodado poco, siendo lo más popular "Muerte en el Nilo". Pero ha sido una filmografía pujante, la más importante de África y del mundo musulmán hasta la eclosión del cine iraní. Tal actividad no se ha visto plasmada en los grandes festivales en sus principales categorías y en las pantallas españolas apenas se han visto cintas de esa nacionalidad. Lo que se puede ver en pantalla es parte de una realidad presente en los últimos años como es la represión a la primavera árabe, iniciada en 2011 en Túnez y ahogada a sangre y fuego poco después. En el país de los faraones ocurrió en 2013 con el golpe de estado de Morsi, de los Hermanos musulmanes, movimiento proscrito casi siempre y enfrentado  a los poderes laicos dominantes y corruptos. La película recoge algo cotidiano como la captura de manifestantes y encerrados en furgones. La cámara de Diab se fija en personas de diferente ideología,nacionalidad, religión, profesiones, sexo,como un microcosmo de lo que es su país. Y en un habitáculo tan reducido se reúnen un montón de personas que se enfrentan a situaciones como la falta de espacio, el calor, la sed, las necesidades fisiológicas y deben tratar de reconducirla, a pesar de sus prejuicios o pensamientos. Pero no sólo se queda dentro sino que en un viaje sin retorno es posible contemplar la realidad de una ciudad tensa, tratando de luchar por lo que cree pero hay diferencias que llevan a la represión. Una enseñanza interesante es que muchas veces se ven envueltas en esas manifestaciones y la posterior represión personas que pasan por ahí. Con un montaje espectacular, nervioso, cómplice del dramatismo existente llega a conmover y hasta hacer posible entender una realidad aparentemente ajena a nosotros, si bien, podemos esbozar una sonrisa con la rivalidad en el fútbol, reproduciendo el esquema Madrid- Barça o el gusto de cierta juventud por la música electrónica. Con tantos personajes es raro el que se fijen en la retina, más como ideas, que como personas de carne y hueso. En el final se pierde esa inmediatez y se regodea en cierto manierismo con esas luces verdes y la ralentización de ese viaje a ninguna parte. Con todo no dejo de saludar este fresco del país egipcio y nos hace ver una realidad distinta pero comprensible  desde unas latitudes lejanas.

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