Dirección: Kathryn Bigelow.
Intérpretes: John Boyoga, Algee Smith, Will Poultier, Jack Remar, Ben O'Toole.
Proyección: Renoir.
Afluencia; 57 personas.
Valoración; 3.
En Estados Unidos siguen presentes los disturbios raciales en el idílico Norte, tan ansiado por la comunidad de raza negra en pos de libertades pero topándose con una realidad que no es tal. Aquí se recrean los acontecimientos sucedidos hace cincuenta años en esta ciudad. Todo comenzó en un bar sin licencia y se convierte en una batalla campal entre las fuerzas diferentes del orden y los negros. Se estructura el film en tres partes. Una primera, la más interesante por su divulgación histórica, que muestra una ciudad en estado de sitio para luego centrarse en el meollo, desarrollando lo pasado en una habitación del motel Algiers en busca de un francotirador y una tercera parte donde asistimos a los diferentes juicios a los miembros de esas fuerzas y el devenir de los implicados en esos hechos. En todo momento la directora deja su huella con ese montaje y el dominio de la composición pero mide de manera fatal los tiempos y la segunda parte crea una tensión tan irrespirable produciéndome desinterés con unos personajes maniqueos poco reconocibles al salir de la sala de cine. Hay fallos de guión pues entre otras cosas es raro no encontrar el arma de fogueo como si se quisiera regodear en la violencia por la violencia para mostrar su oficio y dejar atrás la coherencia interna dando la sensación de manipular los hechos reales y crear una historia políticamente correcta y en que se le da mascado al espectador lo que desea ver. Lástima que los famosos hechos reales sirvan para contar lo deseable a la sociedad estadounidense actual o a los grupos anti Trump. Para colmo se alarga bastante en las dos últimas partes y los hechos casi ni interesan ni su devenir.
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