Memorias de una Geisha

Título original: Memoirs of a Geisha
Año:     2005
Duración:    145 min.
País: Estados Unidos

Dirección:  Rob Marshall
Guion: Robin Swicord (Novela: Arthur Golden)
Música:  John William s
Fotografía: Dion Beebes
Reparto: Zhang Ziyi, Ken Watanabe, Gong Li, Michelle Yeoh, Suzuka Ohgo, Cary-Hiroyuki Tagawa, Youki Kudoh
Productora:  Columbia Pictures / DreamWorks SKG / Spyglass Entertainment / Amblin Entertainment
Géne:    Romance. Drama | Drama romántico


Memorias de una Geisha es una película inusual. Primero porque tira sin escrúpulos del encanto deJapón y se centra en la novela homónima de Arthur Golden. A pesar de que se publicó en 1997 hay que reconocer que se convirtió en un bestseller y llamó la atención de los más grandes, entre ellos su director Rob  Marshall que es muy ducho en esto de las adaptaciones y nada más y nada menos que Steven Spielberg a la producción. La película en realidad es la historia de como en Japón se educa a las niñas con firmes objetivos y que una característica especial como que sus ojos tengan un color especial puedan significar el éxito o el fracaso.

Mientras la novela tiene un ritmo y una cadencia excepcionales hay que reconocer que la película peca de melodrama grandilocuente. Se salva con la excelente ambientación centrada en el apasionante mundo de las casa de Geishas que siguen siendo uno de los temas más controvertidos pero también tradicionales de la cultura nipona. cede ante los clásicos amagos de literatura romántica y no puede dejar de tropezar con las piedras del amor romántico o acabar anclándose en las piedras comunes de la guerra mundial, el contraste de clases, los sueños de una vida mejor o las relaciones familiares de un modo un tanto simplista. es por eso que la novela resulta atrayente y en la pantalla se difumina en un montón de escenas preciosistas y un elenco un poco raro. La parte más confusa vino por las elecciones de actrices chinas en lugar de japonesas y a las profesiones a las que se les vinculó por su nacionalidad. Cosa totalmente razonable si se conoce un poco la cultura de este país. Eso por no hablar de lo surrealista de ver a chinas hablando en inglés con acento japonés. Cuanto menos merece una mención especial al surrealismo de Hollywood. La cosa no acabó como le rosario de la aurora pero se saldó con una taquilla más bien decepcionante y una nota para la crítica que no rozaba ni el aprobado. A pesar de ello recibió una buena ristra de premios, desde la música de John Williams a las ambientaciones, maquillajes y vestuario que eran en realidad la gran baza de esta cinta.

Si que podemos salvar su meritoria incursión en el mundo de las casas de Geishas. No es fácil reflejar lo que se vive en esa cultura milenaria, su significado y además conseguir que un público europeo, o en su defecto occidental, comulgue con una serie de valores que están tan arraigados en la cultura de Japón. Adentrarse en los adiestramientos de una Geisha es un misterio por descubrir y un merito que se puede colgar a la película, no siempre es sencillo plasmar algo tan tabú, tan escondido y confuso y mezclarlo con tantos temas sociales y familiares. Comprendiendo a los que se sienten frustrados por no encontrar la horma de la novela en las dos horas de duración de su metraje debo decir que si lo miras con ojos nuevos puedes dejarte seducir por un par de cosas que, cuanto menos, son resultonas.

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