BREAKING AND ENTERING

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Cuando desaparece un gran director es muy habitual revisar sus trabajos para buscar la forma de glorificar su legado. Ya pasó cuando Kubrick dejó como obra póstuma Eyes Wide Shut que es posiblemente una de las cintas más aburridas y pretenciosas del cine actual. Una semana antes de su fallecimiento la productora se hizo cruces porque no había por donde meterle mano y le ordenaron rehacer y montar de nuevo el metraje edulcorándolo y convirtiéndolo en un producto vendible. Kubrick no recibió bien las críticas. Antes de tocar nada falleció, de esta forma la productora dejó todo casi intacto y el director aún se estará riendo en su tumba.


En el caso del recientemente fallecido Anthony Minghella la cosa es aún más complicada ya que se encontraba en una época donde rodaba lo que quería y con quien quería con ese sentimiento de camaradería que surge tras un rodaje con los actores. En esa falsa sensación de familiar confianza su último proyecto estuvo protagonizado por su último actor fetiche Jude Law y se aleja de los que había realizado hasta entonces, nada de dramas épicos como El Paciente Inglés o Cold Mountain, también bastante distante del thriller colorista y bienintencionado de el Paciente Inglés. Ni siquiera en los planos se puede ver esa peculiar fotografía teñida de ocres de sus cintas porque se dejó embaucar por el paisaje urbano de la mole de Londres en un drama donde toca la familia, la confianza, la seguridad y la inmigración.


Un joven y brillante arquitecto trabaja en el proyecto de remodelación de Kings Cross, su sueño es convertir la negra y problemática zona en un lugar seguro y luminoso. Una noche un grupo organizado entra a robar a la oficina y arrasan con todos los aparatos electrónicos incluido su portátil personal donde tiene fotos familiares. Cuando parece que se han recuperado del susto del primer asalto vuelven a robar. La vida se desestabiliza y con ello también los problemas personales de nuestros protagonistas lo que llevará directamente al joven Will a, tras una intensa persecución, a entrar en contacto con uno de los ladrones y su familia.


La desgracia que adolece este último trabajo es sin duda que comete los mismos excesos en cuanto a duración que sus predecesoras dejándose seducir por anécdotas innecesarias y adornos sentimentaloides. Si Breaking and Enterirng hubiera conseguido centrarse en una de las muchas historias su efectividad hubiera sido mucho mayor y sin dúdale interés de un espectador ya acostumbrado a dramas familiares hubiera podido disfrutar de una mayor carga en la cuestión política o sobre la inmigración que es sin duda el único punto fuerte de la historia.


Sin duda es una buena cinta con algunos diálogos intensos y escenas que sin palabras con capaces de transmitir la angustia de sus personajes pero deja la sensación de que Anthony Minghella murió sin haber realizado nunca su película perfecta.



PROS: La diversidad de acentos como canto a la tolerancia.


CONTRAS: Que Jude Law empieza a cansar en la pantalla.


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