LA VIDA SIN GRACE

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John Cusack se ha convertido en un actor impredecible. Antes también lo era pero las sorpresas solían siempre ser para bien. Últimamente sin embargo la cosa no está tan clara. La Vida sin Grace es un dramón de órdago a la grande.

Stanley Phillips no parece un tipo especialmente feliz. Tiene un trabajo mediocre en un almacén de muebles del hogar y parece abocado a se una suerte de ama de casa mientras su mujer militar está ausente en una misión. Detrás de esa cara entre pánfila y abotargada y sus andares arrastrando los pies lleva una carga que no se descubrirá hasta bastante más adelante. Cuando los militares aparecen en la puerta de la casa sabe lo que van a decirle pero parece que esa sensación de que lo que no se escucha en alto no existe le impide hacerles pasar en un primer momento y le lleva a ejercitar la misma maniobra con sus hijas. Dos pequeñas de 8 y 12 años que al regresar del colegio no saben que su madre ha fallecido. Incapaz de confesárselo decide iniciar un viaje en coche cruzando varios estados para llevarles a un parque temático mientras intenta encontrar el valor de decir en alto lo que sólo se atreve a confesar a la voz del contestador de su casa.

A ratos delicada y nostálgica y en oras ocasiones estacada gracias a las reflexiones y lecturas patrióticas y políticas que son ajenas a los personajes y por supuesto al espectador medio consigue caminar haciendo aguas con algo de dignidad apoyándose sobre todo en sus hijas que resultan de vital importancia para unificar un irregular y abotargado Cusack no se sabe si por exigencias de un director desmedido a la hora de exteriorizar el drama.

La vida sin Grace cuando agota la autocompasión se estanca y genera un cierto tedio que hace que la concepción del tiempo y el espacio se difuminen y lo que tan sólo son 90 minutos bien podarían ser dos horas para terminar, como siempre, con una palmadita en la espalda que deja un sabor más amargo que la perdida de Grace.


PROS: Las dos niñas

CONTRAS: Las lecturas patrióticas de su protagonista.

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