HELLBOY II EL EJERCITO DORADO.

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Guillermo Del Toro es un espectacular contador de historias. Por eso El Laberinto del Fauno era una cinta que le venía como anillo al dedo, porque era un cuento dentro de otro cuento que le permitía explotar todo el potencial de su gótica y refinada iconografía.

Debo decir que la primera parte de HellBoy me sorprendió mucho y muy gratamente y de hecho gracias al estreno de esta segunda parte la repusieron sabiamente en televisión hace poco para que podamos refrescar las neuronas tras esos años sin el héroe rojo. La fina línea que separa la grosería y el mal gusto del humor es la perla que deja este grosero antihéroe.

En esta ocasión la liga de monstruos defensores tiene un doble problema: Hellboy quiere salir a la luz y su novia al contrario quiere que el anonimato siga rigiendo sus vidas. Cuando un misterioso príncipe se levanta contra su padre para hacerse con el poder del ejercito dorado, un ejercito indestructible, verán tentados sus deseos mientras su querido y azul amigo descubrirá un amor imposible. En esta entrega hay más dosis de romance y problemas terrenales que en la anterior sin tener que detenerse mucho en explicar los intrincados caminos del gigantón rojo.

La cinta tiene todos los ingredientes para ser fácilmente reconocible en la filmografía del director: personajes, humor (en dosis mucho menores tanto en calidad como en cantidad que en su anterior entrega), Santiago Segura (si no lo mete revienta), leyenda y algo de epopeya, los monstruos que parecen son todos hijos del estilizado libro de diseño del director y recuerdan a la grácil galería del propio Laberinto (sobretodo sus hadas de los dientes). Pero a pesar de ello hay algo en esta segunda parte que huele a rancio.

Tras un inicio impresionante, porque Del Toro a parte de ser un buen narrador es capaz de hacer las mejores introducciones del cine actual, la cosa se desinfla un poco para los fans del niño demoníaco convertido en defensor del pueblo contra su voluntad. Renuncia a temas como la aceptación social, los sentimientos e incluso a las dosis de mala baba y humor de la primera entrega para amoldarse a una buena sarta de los mejores efectos especiales del momento, que pueden interpretarse como un buen augurio para lo que tiene en mente para El Hobbit, pero queda siempre esa sensación de que Hellboy podía haber dado bastante más de si.

El Ejercito Dorado queda pues como un producto visualmente perfecto y técnicamente logrado. Medido, estudiado y perfecto en su concepción pero carente de la pizca de alma que tenía su antecesora. Los actores están más cómodos y algunos personajes tienen muchas más entrañas, lo cual se agradece pero debajo de todo ello falta un poco de magia.


PROS: La escena de la borrachera.

CONTRAS: Que abruma con tanta perfección técnica perdiendo algo de gracia.

1 comentario :

  1. esperemos que la secuela de esta peli este igual de buena que la primera
    saluditos

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