AUSTRALIA

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Baz Luhrmann es sin duda un director que crea escuela. Es un tipo que cuanto menos consigue un esquema visual y un estilo que resulta reconocible, o al menos lo era hasta ahora. Sus Romeo y Julieta y Moulin Rouge, las obras más famosas e idolatradas fueron un referente generacional. Rojos intensos, movimientos esquizofrénicos de cámara y grandes historias de amor.

Con Australia se suponía que iba a ir un paso más allá. Histórica y romántica prometía en sus trailers el resurgimiento de una malograda Nicole Kidman que no levanta cabeza y la aparición de un nuevo galán como Hugh Jackman que bajo la fotografía preciosista del director hacía volar la imaginación.

Una lady inglesa acude a buscar a su marido que se ha empeñado en reflotar una finca que poseen en Australia. Llega con toda la energía de quien conoce las actividades extraconyugales de un inglés rico. Pero tras una accidentada recogida en el pueblo se encuentra con un accidente desafortunado. De golpe entrará en contacto con la esencia dualista de un país que se enfrenta con los prejuicios ante los aborígenes y toda la nueva generación de nuevos ricos que poseen todo el terreno y las riquezas del país. Por eso finalmente accede a cumplir el sueño de su marido, llevar al ganado a puerto y venderlo al ejército que necesita provisiones ante la sombra alargada de la guerra que se cierne sobre el continente.

Australia no es una mala película. Es tremendamente correcta, muy bien rodada pero en esencia aburrida. No sorprende y tras un arranque muy propio de la filmografía anterior se acomoda en un look claro, rodeado de una neblina preciosista totalmente Leibovitz que se deja seducir demasiado por los paisajes locales y las reconstrucciones, que por otra parte son impecables, pero olvidan la historia que regresa a bandazos con una pareja protagonista con una química escasa. Separados Kidman consigue fomentar el deseo y el odio de su estirado personaje mientras Jackman regala escenas sin camiseta y el look salvaje de la Australia salvaje. Pero cuando se juntan claramente la inconsistencia de la parte romántica.

La guerra tarda demasiado en llegar y las persecuciones y trampas de la guía del ganado se antojan algo simples acostumbrados al cine actual. Falla en la parte que pretendía ser épica.

Baz Luhrmann de nuevo se deja seducir por un mito, una idea que sobrevuela toda la película: El mago de Oz, el cuento y la melodía se convierte en un referente que llevará y guiará los sentimientos de los personajes y sus caminos. Consigue gracias a la cinta clásica imágenes divinas como el mestizo encaramado en la parte superior de un cine embobado por la sola visión de su protagonista interpretando las canciones. La música vuelve efectivamente a ser un gran protagonista. Tras Moulin Rouge y el montaje de La Boheme en Australia y Broadway Luhrmann se ha convertido en un melómano inconfeso y hace que el cine comulgue, a veces en exceso, con la música como un personaje más.

PROS: La impresionante figura, preferiblemente descamisada de Jackman. Perfecto en su papel de salvaje vaquero.

CONTRAS:
La inconsistencia de las partes más épicas y Nicole Kidman, diva del director pero lastre para la cinta.

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