EL REINO DE LOS CHIFLADOS

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¿Qué está sucediendo con el cine de animación? Me explico. El Reino de los Chiflados consigue caer en todos los errores en los que puede tropezar, primero usan una historia que no conocen los más pequeños, en este caso la vida inventada de Sissi Emperatriz, al más puro estilo de Romy Schneider. Es decir, los enanos de la casa se han perdido ya la mitad. Para solventar esto deciden introducir otro factor que les sea familiar, un clon de Shrek, un Jeti gruñón y pesado que secuestra a Sissi para entregarla al demonio como parte de un pacto algo ridículo. Todo ello aderezado con un doblaje que da miedo y unos chistes tan vulgares que harán que muchas madres tapen los oídos a sus pequeños retoños.

No es cierto que a una película de animación no se le puede pedir un buen guión o personajes decentes. La animación es un género en alza y con muy buenos títulos. Si en 2008 Wall.E ha conseguido ganarse el premio de la crítica a la mejor película, así con mayúsculas, es predecible que la animación tradicional y la de tres dimensiones se adapten a las pretensiones de un espectador adulto y de un niño pequeño. Antes se decía que era imposible. Ahora sabemos que no es cierto. El Reino de los Chiflados sólo consigue constatar la pereza que algunos cineastas tiene a la hora de buscar el acabado final. Si la parte técnica no da vergüenza lo da la parte artística. Y para acabar de rematarlo Florentino Fernández, Anabel Alonso y Josema Yuste ponen la voz a los protagonistas.

La cinta alemana ha llegado milagrosamente a los cines y afortunadamente se fue sin hacer mucho ruido. Se ha merecido por méritos propios el título de pero cinta e animación junto con la española La Crisis Carnívora. Parece que de verdad sólo los americanos saben hacer dibujos animados. ¡Qué le vamos a hacer!


PROS: Um, vaya, espera que lo piense...

CONTRAS: Um, vaya, ¿Por dónde empezar?

1 comentario :

  1. Justamente la ví este finde, mala, mala, mala; absurda, tonta y sin hacer ni pizca de gracia.
    Se han lucido, desde luego.

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