FUGA DE CEREBROS

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Suele denominarse Fuga de Cerebros a la huida al extranjero de las mentes más privilegiadas de un país privando a este del aprovechamiento de su capacidad. Usualmente suele ser una cuestión monetaria la que anima a investigadores, científicos, pensadores y variopintos genios a abandonar sus países natales para acogerse a una serie de privilegios en su nuevo entorno.

Pero en este caso parece que tendríamos que fijarnos en su segunda acepción, es decir, a la más literal de las interpretaciones: Que el cerebro se ha ido , que carece del órgano pensante o que la materia gris ha huido por su propio pie. Y esto se pude aplicar indiscriminadamente a guionistas, director e incluso personajes de esta sosa y en ocasiones escatológica comedia española.

El más pringado del instituto está enamorado perdidamente de la chica más guapa, y justo antes de comenzar su andadura universitaria decide que debe declararse antes de que sea demasiado tarde. Para su desgracia ella obtiene una beca y se irá el año siguiente a Oxford (Inglaterra) así que junto con sus inadaptados amigos (un minusválido salido, un ciego que no conoce sus limitaciones, un gitano analfabeto y su”tapado” líder) idean un plan para ayudar a consumar la declaración y falsifican sus expedientes para acabar en la facultad de medicina donde estudia la belleza rubia.

Enseguida opta por un humor soez y vulgar con todo tipo de desviaciones sexuales y amorales posibles regodeándose en los cameos de toda la plantilla de actores españoles que pudieron encontrar a mano. Y todo ello además intentando imitar el esquema de las movies americanas, sin anestesia ni un poquito de vaselina para pasar el mal trago.

Ya puestos podían haberla titulado Superdescerebrados y lo mismo sacaban un pico de venderla a Apatow para su remake made in USA.¡Qué lastimita!


PROS:
Como les ha debido costar un poco de dinero tendremos un descanso momentáneo de producciones de Antena 3, que parece que las elige el hijo de dos años del conserje de la cadena privada.

CONTRAS: Que conservo la costumbre de no abandonar la sala de cine nunca. Eso me hubiera ahorrado el disgusto.

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