MIFUNE

CCCCC

No me gusta el Dogma.

En serio, de verdad que me esfuerzo, pero no me gusta el dogma. No me pueden echar la culpa cuando el inventor y precursor del movimiento, Lars Von Trier, también se ha cansado de su propia idea de cine y se ha metido a hacer una película de terror con actores hollywoodienses. Pero no voy a generalizar. Si que hay algunas películas que no me han disgustado como Dogville o Italiano para principiantes.

Mifune es una película sobre miserias familiares. Tras su boda Kresten recibe una llamada que informa sobre el fallecimiento de su padre por lo que decide que debe regresar a casa a poner en orden los asuntos de la familia dejando colgada a la radiante novia (y su obvio braguetazo) y reencontrándose con una familia a la que se había molestado en mantener oculta incluyendo a su hermano disminuido. Al llegar a la casa se da cuenta de que no será capaz de hacerlo todo él sólo por lo que acaba contratando a una “profesional” para que le eche una mano con la destartalada granja y los labores hogareños.

Pero ¿qué es Mifune? En los inocentes juegos de peleas con espada de sus protagonistas se encuentra la velada respuesta. Toshiro Mifune fue el actor fetiche de Akira Kurosawa y alcanzó una fama internacional gracias a sus trabajos que sólo se ven representados en esos pocos planos infantiles y confusos para todo neófito. Aunque para aquellos que quieran otra alternativa también se la conoce como Dogma 3 ya que fue el tercer ejercicio del movimiento tras Los idiotas y Celebración.

Soren Kragh-Jacobsen orquesta una cinta honesta, sobria y con los elementos básicos del dogma en su creación. Pero eso a veces no es suficiente para que los dramas cotidianos sean algo más que una anécdota. Quizás el manido tratamiento del Dogma en la actualidad quite cierta gracia a esta cinta que obtuvo el Oso de Plata en Berlín (además del Premio Especial del Jurado) en un año que fue acusado de poca calidad.

La agridulce mezcla que consigue al enfrentar el futuro prometedor y el pasado del protagonista mantiene algún clímax moderado pero se diluye en sus propias anécdotas.

Sólo para puristas del cine danés (y fans de este especial).



PROS: Los actores

CONTRAS: La cadencia pretenciosa del Dogma.

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