César debe morir.

Película: César debe morir.
Directores: Paolo y Vittorio Taviani.
Intérpretes: Cosimo Rega, Salvatore Striano, Giovanni Arcuri, Antonio Frasca, Juan Dario Bonetti, Vittorio Parrella.
Proyección: Golem.
Afluencia: 38 personas.
Valoración: 7.


Con esta película los Taviani volvieron por la puerta grande tras bastantes años en llama baja. Ellos se hicieron famosos con "Padre Patrone" y su realismo descarnado. Ganaron el Oso de Oro en Berlín con su última obra, lograron los David di Donatello gordos de su país y son candidatos por Italia para llegar a la final de los oscar del año que viene. Además fueron los pioneros en eso de que los hermanos dirigieran películas como pasa con los Coen, los Dardenne, los Wachowski o hasta Almodóvar con su hermano Agustín de productor. Y se han atrevido con un mihura como es una adaptación, libre eso sí, del "Julio César" de Shakespeare que ya pasó por el celuloide por parte de Mankiewicz, con reparto de quitarse el sombrero. Pero no ha seguido ese camino abierto. Todo comenzó con la visita que hicieron los hermanos a la prisión romana de Rebibbbia donde varios presos representaban "La Divina Comedia" de Dante bajo la batuta de Fabio Cavalle director teatral que prepara diferentes talleres. Los presos cumplen condenas, incluso perpetuas por delitos de sangre, droga, o por pertenecer a la mafia. Se centra en los ensayos y en cómo influye en su vida conceptos como la traición, la tiranía, la libertad. Ellos han tenido dentro de los muros de la cárcel esas experiencias de forma exponencial, al carecer de esa libertad.

Los directores ponen al servivcio de su película esas viveencias y dejan a la cámara que haga su trabajo. Vemos el final de la representación en color y luego se pasa al blanco y negrodonde vemos los ensayos, algunos momentos tensos, pocos, la verdad. Otra particularidad es que estos actores llevados por su intuición y lo que han recorrido es que hablan con sus propios dialectos, como ocurriría en el díua a día de estos personajes del siglo I antes de Cristo. Y al final vuelve el color a la representación. Una obra que finaliza donde empezó. Su fuerte es llevar los ensayos a diferentes lugares de la prisión donde se aprecia la austeridad de la cárcel, esos rostros que han matado y participado de una manera u otra en la destrucción de seres humanos, llenos de dureza, pasión, esperanza. Tras la representación otra vez a sus celdas y uno de ellos exclama: Desde que he conocido el arte, mi celda se ha convertido en una cárcel. YY uno puede compartir estos sentimientos durante los 76 minutos que dura. Lástima el no rofundizar en tensiones inseguridades ante el texto, aunque lo poco que sale es como un latigazo a la conciencia. Recuerda en su manera de rodar al Pasolini de "El evangelio según Mateo", sobre todo en el sermón de la montaña donde vemos diferentes enfoques. Quizás debieron escoger mejor la primera obra representada pues era algo desconocido para ellos y aquí perdemos el elemento sorpresivo que supone una primera vez. También me sobran esos guardianes, algo patosos. Los presos hacen unos trabajos llenos de naturalidad, alejados del envaramiento teatral y destaca sobremanera Salvatore Striano, que ya había cumplido condena años antes, volvió a la cárcel para integrarse con ellos, participar en la película y que desde entonces se dedicó a la interpretación, participando en "Gomorra".

Obra estimable que demuestra que el teatro no es algo acartonado y que ofrece maravillosas posibilidades.

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