Director: Fernando Franco.
Intérpretes: Marián Álvarez, Manolo Solo, Rosana Pastor, Ramón Barea, Luis Callejo.
Proyección: Golem.
Afluencia: 15 personas.
Valoración: 5.
Las películas con personajes con dos caras son peligrosas por el moralismo o por adentrarse en terrenos médicos o incluso sociológicos. El director, que viene del montaje (su obra más conocida es "Blancanieves"), rehuye esos caminos y nos adentra en la figura de Ana, a la que sigue con su cámara como un sabueso sin dar casi respiro. Se centra en su drama de chica que lleva una ambulancia junto con un compañero y la vemos feliz e implicada en sus enfermos habituales, especialmente con el paralítico. Pero cuando se desnuda vemos sus llagas producidas por la cuchilla o la quemadura de cigarrillos y que luego refleja en las relaciones con sus padres separados, con su chico, en fin, con una sociedad que va a lo suyo. Ahonda su mal en los bares donde entra en contacto con la cocaína, pastillas o alcohol. Vuelca sus sensaciones poníendose en contacto con un amigo virtual, a quien cuenta sus estados de ánimo e incluso esboza su enfermedad. No se ofrece salidas a lo que vive pues a la larga es incapaz de expresar su desazón. Ahí empieza el fallo de este film, austero hasta decir basta pero falta paradójicamente realismo, a pesar de esta puesta en escena milimétrica con una fotografía adecuada a lo visto en pantalla . Los personajes propuestos da la impresión de pasar por ahí ya que resulta poco verosímil la actitud de la madre (Rosana Pastor) o de su novio. Todo está en manos de una fascinante y refrescante (por lo novedoso), Marián Álvarez, que ganó la concha en San Sebastián por su interpretación. Su sonrisa y desesperación cargan de manera sabia el drama que acarrea. Pero le faltan contrapesos para romper una obra excesivamente encorsetada en sus intenciones.
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