Cuesta trabajo a veces dilucidar la calidad de una película en función de la buena o mala prensa recibida. En este caso y tras escuchar a amiguetes sus opiniones sobre la última película del Príncipe de Bel Air esperaba un bodrio de dimensiones aplastantes, por eso quizás no me pareció tan grave.
Soy Leyenda es el título de una novela escrita por Richard Matheson en 1954. Trata sobre el último hombre vivo en Los Ángeles, tras una epidemia que ha transformado a todos los seres humanos en una especie de vampiros. Se trata de un magnífico ejercicio quasi científico que explica los progresos del único hombre vivo para acabar con el virus y de su rutina diaria. Si hay algo gracioso es que como todos los libros de ciencia ficción su futuro lejano es ya pasado lejano y que su obra se ambientaba en una pandemia durante los setenta. Dos películas antes de la superproducción se atrevieron a adaptar esta peculiar película de vampiros: The Last Man on Earth en 1964 con Vincent Price y guión del propio Matheson (pero firmado bajo pseudónimo por desavenencias con la productora; en 1971, El último Hombre vivo sólo coge pequeños hilos de la novela original y deja a Charlton Heston la ardua tarea de luchar contra los “mutantes fotosensibles” y para rematar esta nueva versión que podía haberse realizado en los 90 con, agarrense que esto va a doler, Arnold Schwarzenegger de protagonista y Ridley Scott de director. Gracias a la tacañería de la productora no pudo llevarse a cabo y así Will Smith una década más tarde se hizo con el papel y protagoniza otro taquillazo.
En Soy Leyenda, Will Smith da vida a Robert Neville, un doctor y miembro del ejercito que sobrevive a la mutación que se produce tras el fallido intento de una vacuna contra el cáncer desarrollada por la mismísima Emma Thompson que no aparece ni en los créditos. Los infectados desarrollan una alergia al sol que les obliga a vivir de noche y tienen autentica atracción por la sangre humana. En este caso Neville no está sólo hay una serie de personas que son inmunes al virus (cosa que jamás aparece en el libro). Además su rutina es más científica que otra cosa, no se dedica a ir a la caza de vampiros como sus homónimos en libros o películas si no que se mantiene al margen (y sobrio porque ahora somos todos muy políticamente correctos) alquilando pelis en su videoclub y radiando mensajes de ofrecimiento de ayuda por si alguien se deja caer por la película.
Si, es cierto que hacer una película seria con material de serie B es arriesgado. También es verdad que los “vampiros-zombies-mutantes” no es que sean santo de mi devoción (sobre todo si se parecen a Lord Voldemort) y mucho menos el reciclaje de perros mutantes a lo Resident Evil… pero desde luego no hay nadie en la sala que pudiera resistirse a la maravillosa interpretación de Oscar (del perro, por supuesto). Eso sí, me crea un poco de incertidumbre saber como la gente es capaz de entrar y salir de Manhattan cuando han destrozado los puentes con tanta alegría y facilidad cuando al inicio de la evacuación todos quedan atrapados aunque claro, no es la única incongruencia del guión. Por lo demás Francis Lawrence no lo hace del todo mal teniendo en cuenta que la única vez que ha cogido una cámara para algo más largo que para hacer un videoclip de Britney Spears ha sido para Constantine aunque la verdad la idea de que pudiera haber caído en manos de Guillermo del Toro me parecía mucho más apetecible.
Por eso te deja una sensación de “ni frío ni calor”. La primera parte es mucho más emocionante que la segunda cuando se centra en la rutina diaria, en la angustia de pasar los días pegado a un reloj escapando de las sombras. Cuando hacen acto de presencia los vampiros e insinúan que aprenden, se arriesgan y empiezan a estar desperados empieza una caída en picado en la narración que incluso llega a aburrir.
No voy a aconsejar Soy Leyenda porque, a pesar de las raras ocasiones donde la cinta apunta maneras con sus dosis de misterio y el equilibrio con escenas de acción, al final siempre acaba deshinchándose.
PROS: La perra, sin duda.
CONTRAS: Las ansias de gran producción y seguir los objetivos de todo blockbuster sin entretenerse a reflexionar sobre las ideas que lanzaba la novela.
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