AUGUST RUSH

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Como amante de la música, casi tanto como del cine, cualquier propuesta que sea capaz de unificar ambas artes me parece muy atractiva por eso, a pesar del terrible cartel que emplearon las distribuidoras en España para August Rush, no podía dejar pasar la oportunidad de ver cosas tan chocantes como tocar la guitarra a golpes o deleitarme con canciones interpretadas por el mismísimo Jonathan Rhys Meyers (que lo mismo le pones de Enrique VIII como de grunge con igual éxito)

Freddie Highmore, es Evan (A.k.a August Rush) un huérfano que es capaz de ver y escuchar la música en todas partes. Además de la música sostiene que escucha las voces de sus padres y por eso decide fugarse para ir a buscarlos. Pronto descubrirá un especial talento para tocar instrumentos, heredado, aún sin saberlo, de sus progenitores, que desarrollará como forma para llegar a encontrarlos.


La película en realidad no goza de una calidad excepcional y posiblemente si quitamos los números musicales quedaría en poco menos que un ameno capítulo propio de una serie infantil (muy Marco buscando a su mamá) pero en realidad la combinación resulta atrayente y mágica a partes iguales gracias a los tres protagonistas: Freddie Highmore (visto en Buscando nunca jamás y Charlie y la Fabrica de Chocolate), Keri Russell (que por fin levanta cabeza muy dignamente) y Jonathan Rhys Meyers (del que no voy a añadir nada más porque claramente sonaría partidista). Se podría definir como una cuento musical emotivo y sencillo apto para todos los públicos.


El principal bache de la película viene de la mano del inclasificable Robin Williams como siempre sobreactuado e insoportable en una especie de pseudo viaje a Oliver Twist como “el Mago” un excéntrico explotador musical infantil (porque claro, un niño prodigio de once años tenía que acabar con un trovador de feria) que le enseña a explotar el talento musical tocando en la calle. Esta parte de la historia que sobra absolutamente e incluso consigue hacerse pesada (no sólo por la presencia del citado actor) no desmerece un resultado final bastante correcto y ameno.


Atención a Terrence Howard, que interpreta al asistente de menores porque todo hace presagiar que va a ser su año cinematográficamente hablando.



PROS: El momento en que padre e hijo comparten canción.


CONTRAS: El periplo a lo Oliver Twist y la presencia de Robin Willimas.



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