
El escenario es la desolada Roma de Ferragosto, el día 15 de agosto es fiesta nacional y no abre nada, de hecho los romanos desapareen de la faz de la tierra. Allí tres personajes pasan el día de forma muy diferente. El primero de ellos es Enzo que planea una escapada sexual a Polonia acompañado de su amigo Sergio y su Fiat Dino. Un un look muy setentero y pasado de rosca.
Ruggero es un hippie que vive en una comuna y tiene al poca fortuna de encontrarse a su padre en un semáforo y se irá a pasar la tarde con él aguantando no sólo el discurso de su progenitor si no además el insistente interrogatorio de un párroco amigo de la familia y un primo pesado.
Para termina el adorable Leo, un jovenzuelo pardillo que vive en Trastevere que tiene la fortuna o desgracia de cruzarse con Marisol, una chica española a la que decide acoger y acompañar durante el día.
Anécdotas más bien sólo aptas para los italianos y algunos hechos históricos que aparecen veladas, como la bomba del Campidoglio de 1979, adornan una de esas películas raras que toda filmografía nacional debería exponer en su “cine de barrio”. Divertida pero algo modesta se vio poco después superada en gracia y estilo por Bianco, Rosso e Verdone pero deja momentos hilarantes y una deliciosa música de la mano de Ennio Morricone.
PROS: Risa genuina y potencialmente peligrosa.
CONTRAS: Las anécdotas italianas como la esencia de Ferragosto o los divertimentos patrios.
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