
Corría el año ochenta cuando las elecciones democráticas llaman a tres romanos a ejercer su derecho al voto. Así que raudos y veloces inician un viaje desde Alemania, Turín y hacia algún pueblo que nunca atina a decir correctamente el protagonista para regresar con su abuela a votar a los colegios electorales romanos que les han asignado.
Un film compuesto en tres episodios que transcurren entrelazados con tres individuos, Pasquale, Furio y Mimmo, todos interpretados por Verdone que también es el director de esta rareza.
El típico inmigrante que parte a Alemania a hacer fortuna y copia un estilo de vida totalmente anacrónico y no abre la boca (¿miedo a no recordar su lengua, acaso simplemente desgana de Italia, o simplemente un giro más de la brillantez del visionario guión que tantas patadas da al tópico del italiano medio?) cuya principal habilidad es que le roben o estafen en cuanto se gira un segundo viajando con su Alfa Romeo Alfasud rojo más contento por el éxito que pretende proyectar que por su indumentaria y tosco comportamiento. El italiano con familia incluida, planificador, hipocondríaco, controlador y pesado con sus hijos y su mujer desesperada que no para de repetir “non c’e’ la faccio piu’” mientras se deja seducir por un extraño en plena carretera (una mezcla de Eugenio, el humorista Catalán y Miguel Ríos en sus tiempos mozos) que viajan desde Turín. Pero el mejor de los personajes creados por Verdone es Mimmo, el inocente romano (calcado a Leo en su film precedente y posterior) que sube a recoger a su abuela para que pueda ella también votar en Roma y que harán paradas en el camino de diversa índole todas ellas igual de raras y surrealistas que sus compañeros de trayecto.
Bianco, Rosso e Verdone a parte de ser una comedia digna de Pajares y Esteso es un ejercicio inteligente de autocrítica y de comedia pura llevado con una batuta presta y coherente y que con el paso de los años es igual de divertida y representativa de una nacionalidad como lo era hace casi treinta años.
Un “imprescindible” para todos los amantes del “destape”.
PROS: Verdone, en todas sus facetas.
CONTRAS: Se echa de menos ver un poco más de “carne” acostumbrados a este tipo de películas made in Spain.
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