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El género de comedia con fantasma no falla nunca. Básicamente colocan a algún actor de diverso calibre, le matan de forma grotesca y le ponen a torturar cualquier otro actor.
Un pobre y británico dentista sufre una experiencia cercana a la muerte, tan cercana que en la mesa del quirófano fallece durante unos minutos regresando milagrosamente y sin secuelas aparentes a la vida. El problema es que a partir de ese momento puede ver a os fantasmas que han quedado atrapados en la tierra por sus asuntos pendientes y será acosado por ellos para que los solucionen. El más insistente tiene la apariencia de Greg Kinnear que está convencido de que el dentista puede ayudar a su mujer a superar su pérdida.
Hay algo grotesco en los publicistas que insten en la pecaminosa tendencia de destrozar las posibilidades de películas que bien podrían sobrevivir dignamente en la taquilla masacrando con traducciones espantosas sus títulos. Por eso ruego que a priori el espectador no se deje llevar por el infame y encorsetado cliché que dará título a la andadura española de esta película.
Debo reconocer que al ver las peripecias del siempre simpaticote Ricky Gervais he realizado un viaje mental a los años ochenta donde estas películas de enredos sin complicaciones donde los fantasmas campaban a sus anchas hacían las delicias de todos los públicos. Una especie de mezcla entre Ghost y Atrápame a esos fantasmas que permite redescubrir el cine de entretenimiento sin pretensiones. Pueden considerarme benévola al calificar esta comedia de tópicos como una valida reentré del cine de salón, del cine de palomitas y sobretodo del cine para toda la familia. Vamos un descarado entretenimiento para los menos pretenciosos.
PROS: Para los nostálgicos del cine ameno de los ochenta.
CONTRAS: Quizás Tea Leoni, que aún no se atreve a ser hilarante.
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