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Hay algo grotesco en el inicio de Valkiria cuando la voz “alemana” de Tom Cruise deja paso a su acento americano. Y es que aunque los episodios históricos no sean exclusiva propiedad de los que los vivieron , Hollywood los recrea de forma tan sumamente extraña que consigue que toda la plana mayor de la más consistente conspiración para acabar con Hitler tengan acento británico. ¿Cómo no va a querer el señor Branagh, o el señor Wilkinson, o el señor Stamp o incluso el cínico Nighy y el alterado Fry acabar con los alemanes y negociar con los ingleses si ellos son rematadamente ingleses?
Pero olvidando estos anacronismos incoherentes del caprichoso Bryan Singer debo reconocer que este extraño experimento tiene una curiosa factura final. Decide obviar la historia familiar, los antecedentes del misterioso y carismático Coronel Claus Von Stauffenberg y cualquier atisbo de profundidad en todo un plantel de personajes que desfilan con la imponente presencia de sus nombres pero con menos peso argumental que una película escrita por Paris Hilton pero… ¿Y qué? Quiero decir, si tenemos en cuenta la trayectoria del señor Cruise no debería sorprendernos que quizás no intentara hacer una buena películas sino un libro de esos que se leen en el metro, con capítulos cortos, pocas descripciones creíbles, diálogos continuos y un final sorprendente para cada capitulo. Cruise, al igual que Singer, sólo busca el entretenimiento por eso desdeña las complejidades de la doble moral que podría presentar la historia que nos cuentan, solapa las decisiones morales e incluso pasa de puntillas por las implicaciones políticas para centrarse en intentar que una película cuyo final conocemos de antemano se siga sosteniendo durante casi dos horas de metraje.
Fueron muchos los intentos de acabar con la vida del Führer durante su mandato. El que más cerca estuvo fue el protagonizado por un misterioso insurgente que tras un bombardeo en el campo de batalla decidió dar un golpe de estado con bomba incluida para derrocar su gobierno y devolver Alemania a su pueblo acabando con los nazis gracias a su propio sistema. La operación Valkiria, un sistema de defensa se podía convertir en un arma muy potente si era usada por manos ajenas a los acólitos del dictador Hitler pero en la guerra y la traición casi cualquier cosa puede salir mal.
Y es que pese a los muchos problemas con los que se enfrenta Valkiria de antemano, sobre todo la reticencia a ver a Cruise en la piel de un alemán rebelde, hay que reconocer que la película salva el tipo colocándose en el cómodo lugar palomitero que Singer acaba dando a todo lo que toca (bueno, menos a sus brillantes Public Access y Sospechosos habituales).
Decepcionará a aquellos que pretendan ver de verdad un thriller sobre la Segunda Guerra Mundial pero entretendrá a todos los que ajenos a la historia del cine no hayan crecido con películas bélicas de verdad. En todo caso preparen sus palomitas.
PROS: El plantel de secundarios. Gloriosos.
CONTRAS: La descafeinada presencia de Cruise y la poca pericia en los blockbusters de Singer.
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