PONYO EN EL ACANTILADO

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Hayao Miyazaki siempre nos regala pequeñas joyitas de la animación tradicional. Obviamente el contraste entre esos dibujos animados como antaño con sus trazos redondeados y sus simbologías japonesas hacen que los seguidores de los productos Ghibli estén a la espera de la nueva ocurrencia de su más longevo miembro a la espera de otra magnífica reflexión sobre la vida.

Ponyo es un pececillo mágico, concretamente una princesa, que acaba en el cubo de Sosuke, un niño de cinco años. Tras unas pequeñas aventuras acaba perdiendo su nuevo amigo cuando su “padre” la retorna al mar. Pero Ponyo ha decidido que quiere ser un ser humano y volver con su nuevo amor. Así que obstinadamente se revela y acaba convertida en una niña pequeña rompiendo todas las normas de la magia acuática y creando un pequeño desastre natural.

Ponyo es una película infinitamente más sencilla que todas sus predecesoras pudiendo sólo compararse a Mi vecino Totoro ya que renuncia a los juicios morales, a las dualidades, a la tradición más enraizada de magia y dioses japoneses para recrearse en un cuento meramente infantil basado en la amistad. Y eso, a pesar de que no es lo que normalmente esperamos de una cinta de Miyazaki, no es malo, es simplemente desconcertante. En estos retales de La Sirenita de Hans Christian Andersen no se puede acusar al animador y escritor de haber simplificado o minimizado la historia, al contrario, ha conseguido darle un nuevo toque al clásico de una forma que sólo podía venir de oriente. Los personajes vuelven a ser sencillos y entrañables, exceptuando el propio mar que cobra vida por si mismo como parte de la historia y que da el contrapunto épico.

La película es tierna, inocente, cautivadora e infantil. Todo ello dicho desde el lado más positivo de cada calificativo. Porque parece que el cine de animación de Miyazaki había alcanzado tal grado de complejidad narrativa que era necesario ser adulto para conseguir captar todas las historias, influencias y reflexiones de sus cintas. Ahora que vuelve a lo mínimo, quien sabe si inspirado por la llegada de su primer nieto al mundo, se agradece una cierta calma en el esquizofrénico mundo creativo y apabullado de personajes con los que suele obsequiarnos.

La banda sonora apuesta por los clásicos aceptando alguna concesión wagneriana para completar alguna de sus escenas más impresionantes. En Japón fue el tono más bajado durante semanas. Complemento como siempre a todas sus películas viene firmada por Joe Hisaishi.


PROS: La simpleza que rezuman los dibujos, sobretodo los de Ponyo.

CONTRAS: Para los más puristas será considerada siempre una obra menor de la factoría Ghibli.

3 comentarios :

  1. Este fin de semana mi pequeñín... no queda nada!

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  2. La nueva maravilla de Hayao Miyazaki !
    Para los amantes de El castillo ambulante, El castillo en el cielo, El viaje de Chihiro, La princesa Mononoke o Guerreros del viento...
    Tengo ganas descubrir la...

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