Es un festival nuevo, joven y con ganas, con mucho entusiasmo y arrojo, con ganas de ser protagonista junto con sus películas. Con mucho sabor español, con photocall y presentaciones jugosas, aunque no todas programadas con el mismo tino. Con sus problemillas de proyección, sus precios poco ajustados, sus esperas entre peli y peli, los pocos llenos en las secciones de premios -lo de Balagueró fue duro.
Pero en cambio tiene mucho que promete. Intentan apostar por el cunee pero también por los cortos, las secciones están aún por definir un poco porque muchas quedan cojas en cuanto a número de sesiones, el sistema de proyecciones intenta emular a Sitges pero que queda un poco cojo en ese sentido sin grandes títulos, sin maratones. Nos gusta mucho la presencia de los cortos. Mucho no, muchísimo. El género más desproporcionadamente denigrado del cine pero a la vez el más interesante para medir el pulso de las nuevas y no tan nuevas generaciones.
Nocturna es un festival que viene para quedarse porque no le faltan ganas ni energía. Que promete dar ediciones muy buenas y que en su segundo año ha corregido errores y aumentado opciones. Un festival que puede llegar a ser un referente y es justo lo que hacía falta en Madrid.
¡Larga vida al Nocturna!
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