Mirai , mi hermana pequeña. Paternidad, celos y anime del bueno

Es muy difícil no querer a Mamoru Hosoda, muy, muy difícil, sólo mirando sus obras después de su rocambolesca huida del estudio Ghibli , no puedes hacer otra cosa que quitarte el sombrero por su capacidad de afrontar temas sencillos y cotidianos y convertirlos en maravillas. Crear universos que siempre giran en torno a lo fantástico y afrontarlos con mimo, ternura y una visión increíble. Mirai, mi hermana pequeña​ se unen a El niño y la bestia, Los niños lobo​, Summer Wars​ y La chica que saltaba a través del tiempo en este mapa de la idiosincrasia japonesa. Tiene en común con Wolf Children y El niño y la Bestia el afrontar la maternidad / paternidad de una manera genial. Y en común con el resto que sigue poniendo el filtro de la aventura y la ficción de por medio y eso lo hace aún más divertido.


Flaco favor se haría de Mirai si sólo se abordase la temática de la mirada al mundo desde los ojos de su pequeño protagonista, Kun, un niño de unos 4 años que ve como su mundo cambia de forma drástica cuando aparece el bebé que la familia estaba esperando en su hogar. El pequeño deja de ser el centro de atención y se ve relegado ante las necesidades de la recién llegada, Mirai, y en su camino hacia el reconocimiento y convertirse en un hermano mayor viajará con toda la magia de su pequeño jardín hacía nuevas dimensiones , pasado, presente y futuro y conocerá por el camino personajes que le son muy cercanos de formas que nunca hubiera imaginado.

Las aventuras de Kun son de una cotidaneidad pasmosa y de la cosa más pequeña Hosoda consigue sacar la mayor aventura del mundo, incluso los momentos de mayor tensión (por poner un ejemplo ese surrealista juego del escondite inglés para conseguir la pieza de las muñecas) que se convierten a los ojos de los adultos en pequeños y entrañables chascarrillos.

Si miramos más allá de la visión del pequeño se desprenden ideas nuevas sobre crianza y vida. Esa madre que decide no renunciar a su carrera profesional dejando al cuidado al padre, un arquitecto que piensa que lo tiene todo controlado, esos pequeños celos que hacen que Kun se convierta en una pequeña máquina de destruir o una bomba a punto de estallar, esa amistad que surge entre los diferentes mundos que hace que poco a poco Kun asuma y acepte su papel y además de un paso más en el mundo de los hermanos mayores. Si, la película cuenta muy poco pero esconde mucho debajo de todas las aventuras que se desarrollan y que están perfectamente delimitadas por sus viajes mágicos bajo el árbol.

No puedo dejar de querer a esa criaturita infantil y canija, a ese niño celosón reclamando atenciones , pero tampoco a su pequeña hermana Mirai y a lo que puede ser su futuro juntos. No puedo dejar de alabar la forma de puzzle en la que Hosoda crea un mapa familiar precioso y complejo con sólo unas pinceladas.

No puedo obviar que la conexión mágica de su jardín me parece tan sencilla y admirable, tan natural y amorosa que a pesar de la fantasía no me plantea ninguna duda porque entro dentro de la psique de Kun desde el primer momento. Algunos consideran que la división casi episódica hace que pierda fuerza pero muy al contrario cada parte de la narración tienen un sentido muy claro y demuestra que conociendo quienes somos, desde antes de nacer, podemos llegar a conocer lo que se puede llegar a ser. La familia como parte de uno mismo es un factor muy importante de Mirai.


Otra cosa que me fascina es el tratamiento de espacios y la estructura funcional de los entormos. La pequeña casa reformada huye del concepto clásico de vivienda tradicional y a través de la escalera y teniendo en cuenta la capacidad que poseen sus habitantes de poder ver todas las estancias por la ausencia de muros hace que la narración tenga una simbología muy fuerte. Hosoda no deja un detalle al azar, por eso es tan brillante e intimo.

 Si, me he enamorado, de todos los personajes, de todas las aventuras y de todas las decisiones de guión que me han regalado una de las películas sobre familia, maternidad e infancia más bonitas que he disfrutado en muchos años. 

 

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