Esto es un giro inesperado en mi acercamiento a la política americana. Las cosas como son, llevo una temporada a tope con programas televisivos que resumen partes de la historia de los americanos en aspectos que no conocía muy a fondo en formas insospechadas, desde tragarme un par de veces el musical de Hamilton a , de repente, toparme con maravillas como Mrs. America.
Esta serie autoconclusiva (o miniserie) en forma de drama histórico me ha proporcionado grandes placeres en forma de dosis de realidad absoluta con una aproximación al feminismo desde el punto de vista más crudo y en varias formas que me inquietan porque cada personaje me provocaba una sensación totalmente surrealista. Algunos personajes me hacían cruzar la línea de la incomprensión absoluta y en ciertas ocasiones incluso apoyaba los comportamientos más ajenos a mi mentalidad. En minutos pasaba del odio al amor con mucha velocidad y en ciertas formas , incluso en las partes más crudas, podía incluso mimetizarme a algunos de sus agentes más conservadores con simpatía. Os pongo en antecedentes.
El punto positivo es que no se trata de una serie de verdades absolutas. Se mueve en la escala de grises y expone, a veces con más acierto que otras, por qué las mujeres defendían determinadas posturas, como se escudaban en los intereses generales para cambiar los panfletos políticos o , simplemente, se daban cuenta de que la felicidad de su sociedad no era tan absoluta como imaginaban. La serie dramática con capítulos que rozan la hora de duración es una carrera de fondo.

He pasado un rato muy agradable repasando esta aventura política a la que me he enfrentado con muchas ganas de aprender, con mucho desconocimiento sobre la época que refleja y alegrándome que hayamos llegado a un punto donde contar las historias pequeñas de mujeres que se movían a la sombra de los grandes nombres masculinos son importantes. Lo fueron en su momento, lo han sido y lo serán por lo que representan. ¡Una pequeña joyita!
La serie se puede ver entera en HBO.
Publicar un comentario