Esto es un giro inesperado en mi acercamiento a la política americana. Las cosas como son, llevo una temporada a tope con programas televisivos que resumen partes de la historia de los americanos en aspectos que no conocía muy a fondo en formas insospechadas, desde tragarme un par de veces el musical de Hamilton a , de repente, toparme con maravillas como Mrs. America.
Esta serie autoconclusiva (o miniserie) en forma de drama histórico me ha proporcionado grandes placeres en forma de dosis de realidad absoluta con una aproximación al feminismo desde el punto de vista más crudo y en varias formas que me inquietan porque cada personaje me provocaba una sensación totalmente surrealista. Algunos personajes me hacían cruzar la línea de la incomprensión absoluta y en ciertas ocasiones incluso apoyaba los comportamientos más ajenos a mi mentalidad. En minutos pasaba del odio al amor con mucha velocidad y en ciertas formas , incluso en las partes más crudas, podía incluso mimetizarme a algunos de sus agentes más conservadores con simpatía. Os pongo en antecedentes.La serie se desarrolla durante la ratificación de la enmienda por los derechos de la mujer en Estados Unidos. Una controvertida enmienda que se acabó aprobando hace sólo algunos años pero que lleva en la lucha política de las feministas desde los años 70. En esta ley se recogía la igualdad de derechos pero también legislaba temas como la libertad sexual o el aborto por lo que podéis imaginar que en la sociedad conservadora dio muchos quebraderos de cabeza. Pero la gracia está en que el planteamiento se hace desde los dos puntos de vista de la ley. De una parte con el personaje de Phyllis Schlafly, una activista interpretada por Cate Blanchett que me hace replantearme muchas de las grandes críticas que he hecho a esta actriz desde el principio de los tiempos y de otra parte Gloria Steinem, una periodista, feminista y principal defensora de los derechos femeninos durante décadas interpretada por Rose Byrne. Si, el punto fuerte no es sólo la historia y los recovecos de la política nacional del país más poderoso del mundo, también los intereses personales de las mujeres que estaban en la sombra y que manejaban en cierta forma los votos de la mayoría de sus compañeras, ya fueran amas de casa o liberadas. Pero es que el elenco tiene muchos más puntos fuertes como Elisabeth Banks o Sarah Paulson que están de quitarse el sombrero en ambos lados de la polémica ley.
El punto positivo es que no se trata de una serie de verdades absolutas. Se mueve en la escala de grises y expone, a veces con más acierto que otras, por qué las mujeres defendían determinadas posturas, como se escudaban en los intereses generales para cambiar los panfletos políticos o , simplemente, se daban cuenta de que la felicidad de su sociedad no era tan absoluta como imaginaban. La serie dramática con capítulos que rozan la hora de duración es una carrera de fondo.
He pasado un rato muy agradable repasando esta aventura política a la que me he enfrentado con muchas ganas de aprender, con mucho desconocimiento sobre la época que refleja y alegrándome que hayamos llegado a un punto donde contar las historias pequeñas de mujeres que se movían a la sombra de los grandes nombres masculinos son importantes. Lo fueron en su momento, lo han sido y lo serán por lo que representan. ¡Una pequeña joyita!
La serie se puede ver entera en HBO.
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