Hay que aplicar la lista de sets humanos para seguir con devoción porque Russel T. Davies ya ha conseguido colarse en ese Olimpo por derecho propio. Si no habéis disfrutado de sus anteriores trabajos os recomendamos encarecidamente que os dejéis seducir por Years And Years que comparte gran parte de reparto con esta nueva serie. También deja ver en ella sus filias y fobias al filmar. Sus temas recurrentes pero sobre todo esa manera de dibujar personajes que me atrapa. No voy a negar que los primeros capítulos de sus series son una presentación única que maneja los equilibrios de optimismo, diversión y alegría De forma magistral con los momento más dramáticos. Es efectista, mucho, y tramposo a veces pero es parte del encanto que acaba consiguiendo con sus creaciones. Y sí, su nueva miniserie me ha gustad tanto como para dedicarle un buen puñado de halagos pese a sus trucos y sus momentos fáciles y difíciles y si no sabes nada sobre ella te recomiendo que leas y te dejes seducir por este viaje a los ochenta y disfrutes de las luces y las sombras del Londres de la época donde la capital se convirtió en la válvula de escape de todos los jóvenes pero también en la trama del denominado “cáncer gay”.
La historia empieza con personajes de diversas partes del país un grupo de chavales que salen de sus casas con la promesa de empezar su nueva vida en Londres la tierra prometida rodeada de idealismo y libertad. Cada uno de una zona diferente del país con diversas clases sociales Y procedencias muy diversas. Unos buscan libertad, otros van a a universidad con ganas de disfrutar, otros a trabajar... pero todos acaban encontrándose y compartiendo piso. Gracias a ellos y a sus diferentes personalidades conocemos un reflejo de una sociedad que se enfrenó al igual que en Estados Unidos a la lacra del SIDA durante su inicio con miedo, marginación y la sombra de la muerte y el estigma. Por eso a pesar de un arranque demoledor, divertido y trepidante la serie acaba mutando hacia algo más sobrio, triste e incluso comprometido.
Es la magia de las series inglesas que además suelen ser más comedidas en cuanto a duración y que Russell T. Davies usa de forma magistral con la forma más concreta para hacerlo. Las miniseries cerradas dramáticas con 5 capítulos de una hora de duración y una estructura férrea. Usa los saltos temporales como ya hizo en Years And Years al amparo de la historia para avanzar de forma lógica y reflejar ese periplo que dura casi 10 años los más duros para la comunidad gay en todo el mundo. Años de inertes y de lucha pero también de diversión como se encarga de recordar Ritchie el personaje más complejo y complicado de todo el grupo. Un niño de clase media que cambia sus estudios de derecho por el teatro y que aspira a ser actor mientras disfruta de cada noche como si fuera la última. Un personaje que además en este momento en el que estamos viviendo otra pandemia hace que, pese a todas las decisiones equivocadas que toma, tengamos que reconocer que desprende cierta ternura. Los negacionistas son lo que tienen, que al final están desde el principio de los tiempo y hay que aprender a quererlos.
Las apariciones de actores conocidos en papeles anecdóticos casi todos ellos parte de la comunidad gay hace que sea aún mas una declaración de intenciones y el periplo social y político que llevan a cabo por la lucha de sus derechos como Neil Patrick Harris o Stephen Fry. Y de paso también se atreve a tener una carga de denuncia social y a hablar de política como nos tiene acostumbrados porque al ser "historia viva" hay que contar y , sobre todo, recordar muchas cosas.
It’s a Sin es el nombre de una de las canciones más populares de Pet Shop Boys, pero como casi todos sus temas es también una declaración de principios de primer orden. Y como esta canción la banda sonora se llena de témalos especialemente inspirados por lo que sucede en la pantalla pero que también son un reflejo de la realidad que se vivió y lo que gustaba en la época. En resumen, una banda sonora impecable.
Pues sí, una maravilla, no lo voy a negar devorada casi en un día y disfrutada totalmente pese a sus luces y sus sombras o, mejor dicho, gracias a sus luces y sus sombras.
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