Cada año por Los Goyas tengo que reaparecer por aquí totalmente indignada. Cada año por un comentario ridículamente fuera de tono, o simplemente inapropiado. El año pasado eran los pies de una revista femenina sobre los atuendos de las invitadas/nominadas a la gala. Este año es por los cromañones de la zona de reporteros gráficos.
Este no es un post más para reprobar esa conducta, es un post para contar lo que se siente al estar con ellos. Hace 20 años yo me dedicaba a escribir piezas sobre cine para webs externas. Pagaban al increíble precio de 1-2€ el artículo así que la cosa no salía muy rentable. Fue una época en la que iba mucho al cine y podía escribir reseñas y críticas con diferente tono para cuatro o cinco publicaciones para amortizar los contenidos. Era rápida y terriblemente buena. Una de las bondades de este trabajo tan absurdo era que podías asistir a preestrenos y presentaciones varias. Pero lo que al principio me encantaba pasó a ser una autentica pesadilla. En los fosos siempre estaban los mismos “profesionales”, los fotógrafos de eventos.
He de reconocer que al principio eran fascinantes, sabían todo lo que había que saber, los nombres de todo el mundo, sus amoríos (sobre todo esta parte) y también eran profesionales a la hora de dirigir los cotarros, no se les escapaba una. Eso sí, eran terriblemente endogámicos. Tenían un circulo y cualquiera que no fuera de su confianza se las veía putas para conseguir una foto. Las primeras filas eran suyas, menospreciaban a los nuevos pero donde se salían por los bordes era con las compañeras, por aquel entonces pocas, que llevaban una cámara y hacían su trabajo. No os penséis que los de Los Goya son actitudes aisladas. Se anunciaban las llegadas de las chicas a los fosos con calificativos como “la Barbie” o “la del culo gordo”, pero eran tan galantes que lo hacían delante de ellas. Casi todas como yo, jóvenes de veinte pocos que poco a poco dejaron de asistir a los photocalls y simplemente nos dejábamos caer por las ruedas de prensa e ilustrábamos los artículos con fotos retocadas sacadas a hurtadillas con el móvil .Así siguieron en su foso tan contentos con sus cámaras corriendo de un evento a otro. Se podían hacer presentaciones por la mañana, photocalls a la tarde y asistir a un concierto por la noche. Siempre con un aire de superioridad y mirada cómplice de su pequeño grupito.
Lo que pasó en Los Goya es básicamente lo que se escucha en muchos círculos cinéfilos cuando se trata de reporteros gráficos. Les debes reconocer una gran amplitud de conocimientos, no se les escapará un nombre o un romance para poder sacar la foto más valiosa pero amigos, cuando se trata de tratar a las mujeres no escucharéis una palabra amable a la persona que fotografían pero tampoco a la que tiene al lado. Un mundo de machirulos detrás de un objetivo.
Muchos piden las cabezas de los engendros que hicieron los comentarios de la gala pero ¿la solución pasaría por echarles a ellos o por despedir a media profesión? Lo siento pero no es un hecho aislado. Ya nos gustaría.
Me quedo para terminar con una comparación odiosa, en lugar de reproducir las barbaridades de esos eslabones perdidos quiero recuperar el comentario de Paz Vega, ese tímido coqueteo, ese rubor tras la mascarilla, ese piropo furtivo... ¡Se olvida hasta de su nombre la criatura!. Que quieres que te diga, lo mismo pero diferente. De comentarios de admiración a vejatorios hay un trecho muy grande amigos.
No me parecen tan barbaridades pero gracias por el artículo.
ResponderEliminarLlamar a una actriz puta no es una barbaridad?? Pues apaga y vamonos!!
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