Dirección: Martin Scorsese.
Intérpretes: Leonardo di Caprio, Jonah Hill, Margot Robbie, Matthew
McConaughey, Jean Dujardin, Rob Reiner.
Proyección: Princesa.
Afluencia: 77 personas.
Valoración: 7.
Durante tres horas Scorsese nos mete en la vorágine de lo que es Wall Street y es una vuelta de tuerca a su Nueva York querido. Vemos en pantalla el auge y la caída de Jordan Belfort, que es un corredor de bolsa que empieza desde cero hasta llegar a la cúspide gracias a su estafas a inversores. En este mundo corre el dinero que da gusto y es la primera adicción a la que siguen el sexo, las drogas y los medicamentos. Todo lo que se muestra en pantalla se basa en la autobiografía del protagonista, al que da vida un inmenso Leo di Caprio que es la correa de transmisión idonea del director.
Al asomarnos a la pantalla nos sentimos atrapados por los diferentes cambios de ritmos que hacen que pase el tiempo volando y nos deja algunas reflexiones jugosas como que el dinero nos hace ser mejores ya que permite que se pueda ayudar a la Iglesia o en política. También que la bolsa ofrece oportunidades a todos pues la riqueza no es asunto de dinastías sino de gente corriente como ellos. Sin embargo al rascar un poco vemos que no cuenta algo tan novedoso e incluso surge ese personaje que pone en onda a los neófitos (inconmesurable McConaughey) y que el guión flojea con unos personajes acartonados por mucho que en este mundo lo amoral es lo que prima, si bien ensalza la amistad y los lazos entre estos nuevos ricos. La figura de la mujer aparece cosificada y ellas apenas tienen importancia en la trama salvo como un artículo de lujo. Entronca con "Infiltrados" al usar como arma para lograr objetivos no una pistola sino los teléfonos de los años ochenta antes de la irrupción de los móviles. Pero a pesar de estas limitaciones da gusto comprobar como Scorsese saca petroleo hasta de un guión con trampa. Ya lo decía Hitchcock, que lo importante más que un guión es la técnica o la manera de plasmarlo.
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