Ida

Película: Ida. 
Director: Pawel Pawlikowski.
Intérpretes: Agata Kulesza, Agata Trzebuchowska, David Ogrodnik, Jerzy Trela, Adam Szyszkowsky. 
Proyección: Princesa. 
Afluencia: 17 personas. 
Valoración: 8. 

 De Polonia nos vine esta película (aunque con algo de capital danés) de este director desconocido por aquí, que vive habitualmente en Gran Bretaña y que ha rodado documentales para la BBC y varias películas que no han tenido trascendencia. Su país ha dado a la historia directores como Kieslowski, Zanussi, Zulawski o Munjk, aunque los que vienen a la cabeza más rápido son Polanski, residente en Suiza y Wajda, referente de todos ellos y el decano, que sigue rodando con 88 años. Ellos son los únicos que han podido tocar un oscar y el segundo lo recibió en el 2000 por su carrera. Sus tematicas son comunes e incluso con vidas que han conocido la lejanía de su tierra al vivir y rodar fuera de ella. La película de hoy entronca con las obsesiones sobre el pasado tan doloroso en el caso polaco por la invasión alemana, el holocausto y la presencia del comunismo y la influencia de la Iglesia Católica. La manera de rodar se asemeja al usar el blanco y negro y ser austeros en sus miradas y dar prioridad a los hecho frente a la pasión de sus personajes. El film que me ocupa vuelve a esas temáticas pero tiene sus propias características. Nada má sempezar vemos una pantalla casi cuadrada 4:3, algo inusual y además el blanco y negro pero bien tratado y sacando partido ya desde los primeros enclaves. La historia en sí no es muy novedosa. ¿Quién no recuerda a "Viridiana" y su vuelta atrás antes de tomar los votos perpetuos?. Pero a partir de aquí sus caminos se bifurcan. Aquí se encuentra con una tía que se desentendió de ella, una mujer aparentemente endurecida y que trata que su pasado de juez perseguidora de los disidentes de su país no aparezca en su conciencia recurriendo al sexo y al alcohol. En el primer encuentro se revela toda el pasado de la novicia, que es como una hoja en blanco que no conoce nada de la crueldad y los placeres que hay fuera de los muros del convento. Se inicia un recorrido hacia los orígenes y un camino hacia delante en esa tierra donde a pesar de la represión reinante existe sus briznas de esperanza en los jóvenes que tocan en una banda. Son ochenta minutos contundentes, que no dan respiro y además aleja de nosotros el tremendismo y los excesos dramáticos o la lucha de caracteres. Eso lo debemos poner quienes vemos la película. También destacar una ambientación perfecta hecha con pocos elementos pero que hacen pposible retroceder en el tiempo. La música cobra gran significado y eso que no hay bandas sonoras ni subrayados molestos destacando la composición de "Naima" de John Coltrane y trozos de Bach. El sonido está muy bien traído, capital en las escenas del convento (el ruido de las cucharas al golpear los platos a la hora de tomar la sopa). En una historia dura y hasta melancólica hay cierto humor soterrado como el de la tía diciéndole a la sobrina que las mujeres como ella Jesús las hubiera tratado o también ella le dice que no irá a su toma de votos perpetuos pero beberá a su salud. Y en el capítulo interpretativo colosal esa tía interpretado por Agata Kulesza que huye de cualquier histrionismo y su mirada y cuerpo expresan mucho más que palabras. Uno de los mejores papeles femeninos visto en mucho tiempo. Y le da la réplica la otra Agata, una debutante que desarma con esa mirada y pureza, sin caer en la caricatura. Como nota negativa alguna situación que hubiera requerido más pasión y explicación y que los ochenta minutos, por una vez, deberían alargarse para desarrollar unos personajes tan fascinantes. He aquí una película con dos puras Ágatas y por tanto ¡¡¡¡¡RECOMENDABLE!!!!!.

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