Había dejado escapar esta que prometía ser una joyita del cine moderno español en los cines con la firme intención de coger papel y lápiz y recrear la angustia que planteaba su argumento en casa.
Un grupo de personas es invitado a una reunión con el único objetivo de resolver el mayor misterio matemático de todos los tiempos. Cuando llegan al lugar son encerrados en una habitación y tendrán un tiempo limitado para resolver cada problema mientras el cuarto va menguando poco a poco. Dentro de este misterio se darán cuanta de que el misterioso Fermat puede tener motivos ocultos y extramatemáticos para retenerles allí y que su objetivo real es matarles.
Partiendo de esta inquietante base la película se las prometía como n autentico ejercicio global: cine, acertijos, misterio. El problema es que a los pocos minutos descarté el papel y el lápiz porque la mayoría de las adivinanzas en realidad no eran más que “chistes matemáticos” que todos hemos oído o resuelto alguna vez. Como bien dice la protagonista femenina “Esto lo he visto en una película” si señor, concretamente en Dentro del Laberinto y en los dominicales de todos los periódicos una vez al año.
Eso sí, la idea sigue funcionando si quitamos este elemento de la compleja ecuación. Una habitación raquítica, cuatro personalidades fuertes llevadas a buen puerto por cuatro solventes actores (más un ausente Luppi) y un pulso que no tiembla en la dirección de estos noveles que a veces tiene su principal lastre en los giros que Luís Piedrahita (para mí siempre sobrevalorado como guionista y como humorista que se forra a costa de escribir libros que la vecina del cuarto también podría haber “perpetrado”) y Rodrigo Sopeña proponen.
PROS: El conjunto de ambiente y tensión narrativa.
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