Todd Haynes ha realizado un coctail muy extraño. Tanto que, a cualquiera que no conozca a pies juntillas la vida de Dylan, va a considerar que su cinta no tiene ni pies ni cabeza. Su visión fragmentada y surrealista ha optado por elegir varios episodios de la vida del cantante y a un actor, tiempo y escenario diferente para revivirlos. Es decir, aunque no lo expliquen los protagonistas de todas las historias intentan reflejar la realidad del cantante. Ahí reside la brillantez de su idea pero también el principal problema ya que, efectivamente, no todos somos fans de Bob Dylan y tanta información acaba por fundir los plomos.
Algunos de los episodios recogen conversaciones, incluso literales del cantante, pero están tan entrelazadas, mezcladas y refundidas que marean. Si alguien pensaba, como se han encargado de anunciar a bombo y platillo, que se iban a encontrar una biopic de Bob Dylan que vayan abandonando la idea de ver la cinta. Si hay curiosidad por ver a Blanchett esperen a que la pongan en televisión porque no es una película para espectadores generales, y me atrevo a decir que ni siquiera para los adoradores del mito.
Jude Quinn (Cate Blanchett) es quizás la interpretación y la historia que más puede llegar al espectador narrando el viaje en los sesenta a Inglaterra y la discusión con Allen Ginsberg (un periodista del momento). Es la que más impacta porque es la que más se reconoce. Si, es cierto que las flores que le han echado a Cate Blanchett por el papel son merecidas aunque no sería correcto decir que es un buen motivo para ir a ver la película. (Que dura más de dos horas a dividir para cada historia, valórenlo ustedes mismos)
Robbie Clark (Heath Ledger) y su esposa al contrario crean la única historia con cierto sentido para todo espectador y alguno de los mejores momentos de la cinta con un fondo musical inmejorable (Idiot Wind). Buena imitación la de Christian Bale aunque la cadencia documental de su fragmento cree aún más confusión al conjunto sólo igualada por la interpretación de Marcus Carl Franklin el niño negro que siempre está huyendo o la de Richard Gere en el Oeste profundo. Y sutilmente pasa sin pena ni gloria Ben Wisahw con unos planos matadores cual poeta torturado.
A pesar de la soltura con que Todd Haynes reflejó la esencia de la música en Velvet Goldmine la banda Sonora de esta vez pincha con versiones dudosas que disgustarán a más de uno.
PROS: El episodio en Inglaterra y las escenas del matrimonio.
Gran crítica y gran blog, felicidades.
ResponderEliminarA mi me gusto mucho la película. Me pareció muy original y con muy buenas actuaciones, aunque mi favorita de Todd Haynes es Velvet Goldmine. Excelente Blog. Saludos.Nonsense
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