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En la cartelera veraniega han encontrado milagrosamente un pequeño hueco para una original cinta italiana (aunque digan que es coproducción con España a parte del dinero no se ve nada más) dirigida por Paolo Virzì. Dos años más tarde de su estreno en tierras italianas pero ya dicen que más vale tarde que nunca. Napoleón es expulsado de Francia y llega a la isla de Elba donde es recibido con revuelo y admiración por todos los habitantes, todos menos uno, Martino Papucci, un estudioso, erudito, mujeriego y ex profesor de la escuela que tiene ideas políticas bastante encontradas con Napoleón y con el resto de isleños.
Por eso decide que su misión en la vida es acabar con la vida del francés bajito y belicoso para lo que cuando le llaman para documentar sus pasos y acciones en la isla acaba en una situación privilegiada para conocer la figura de Napoleón y, ante todo, para acabar con él.
Hay cierto encanto tragicómico en esta visión de Napoleón. Un tipo acabado pero brillante, incisivo, ingenioso pero cuya sed de grandeza ha sido cortada de raíz. Y eso en contraposición con los deseos hilarantes y torpes del intelectual acaban completando una buena aunque excesivamente dilatada película.
Daniel Auteil interpreta un Napoleón descreído, añorante y con grandeza de perdedor. Es quizás la piedra angular de la cinta ya que sobre él descansa toda la trama y su rutilante presencia afecta a todas las interpretaciones. Monica Bellucci está como siempre en su línea elegante y facilota y Elio Germano cada vez consigue convencer más de que su futuro es prometedor dentro y fuera de las fronteras nacionales.
El rutilante encanto de la ambientación de época donde encontraste del idealismo del veinteañero choca contra la experiencia bélica de una de las personalidades más importantes de la historia.
PROS: Las nuevas patillas de Elio Germano.
CONTRAS: Una demasiado dilatada duración con un uso irregular de los ingredientes cómico.
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