Ya sabéis que aquí abunda el contenido plural, y si además es friki mejor que mejor. Gracias a las nuevas plataformas muchas películas no pasan por los cines y llegan directamente a las pantallas de la tele pero no por eso tienen menos calidades o peores actores, al contrario, las apuestas del streaming son de todo menos modestas y reclutan lo mejor de cada casa para crear contenido que haga que pagues religiosamente tu mensualidad. Además crean un hipe muy gordo con las promos omnipresentes, entrevistas a sus actores y anuncios donde quiera que mires que te crea esa necesidad de dar al play cada vez que llega ese email que dice que han subido algo que puede que te guste.

Una de sus grandes apuestas de este final de verano fue Orígenes Secretos, una fantasía de asesinos en serie, frikis, cosplayers, y milllones de referencias que parecía unaperlita dirigida a los amantes del cine de género. La factura made in Spain daba un toque bizarro pero atractivo y tener como protagonistas a Javier Rey, Verónica Echegui, Brays Efe, Antonio Resines, Ernesto Alterio, Carlos Areces o Leonardo Sbaraglia alimentaba aún más las ganas de verla.

Primero comprobé que las quejas de los frikis al final si estaban fundadas con personajes que daban un poco de vergüenza ajena como el de Verónica que parece un pastiche inservible, como un intento desesperado de introducir personajes femeninos frikis y fuertes pero en realidad es todo lo contrario, un sin propósito estereotipado y absurdo. Luego pasas de amar la idea de que sea una copia de Seven hasta que te explican cada paso y cada decisión de la película al dedillo. El over explaining es tan descarado que a veces abruma. La primera parte de presentación se hace pesada, después despega un poco y luego vuelve a aletargarse confiando en que un par de chistes. Y no me vale. No me vale como friki, no como cinéfila y mucho menos como mujer porque el personaje de Verónica es... desolador. Un intento de inclusión que sabe a rancio, con una historia autoimpuesta de mujer poderosa que se encargan de cargarse de forma rutilante quedándose en la anécdota, quitándole peso y convirtiéndole en el accesorio de la historia de amor (totalmente innecesaria) de la trama.
Algo si le voy a agradecer y es que llega un momento en el que finalmente se le va la cabeza y deja de preocuparse de nada. En el punto en que nadie está al timón es cuando alguna carcajada se escapa. Los secundarios de lujo salvan alguna situación, el papel de Carlos Areces vale su peso en oro y quizás sea lo único que no haga que haya perdido hora y media de mi vida visionando esto.
No voy a ser cínica y a hablar de su guión porque no es necesario que una comedia gamberra se sostenga, tampoco voy a hablar de la ausencia de él porque es algo que se descubre a los pocos minutos de empezar. Lo que sí le voy a echar en cara es que enseñe sus cartas muy pronto, que el único aliciente de descubrir al asesino sea tan simple que un niño pequeño es capaz de descubrirlo sin despistarse mucho, quizás porque los papeles exagerados y los actores que cobran mucho en papales pequeños cantan demasiado, quizás porque no había donde elegir de la panda de frikis de la pantalla... por lo que sea si un malo no funciona la cosa se hunde. De esa manera ese desenlace (ojo, si no la habéis visto es el momento de dejar de leer) en el que acaba comulgando Seven con El Protegido es bastante sangrante.
Mi parte friki quiere darle el crédito de las referencias, de los guiños y de la complicidad pero hay tantas cosas que destruyen esos momentos que no puedo llegar a aprobarla. Y me da rabia, eso si lo reconozco.
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