ASALTO AL TREN PELHAM 123

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Hollywood se queda sin ideas y sigue con su costumbre insana de hacer remakes de producciones setenteras. Ahora es el momento de que el esquizofrénico Tony Scott rescate el Asalto al Tren Pelma 123 revisado pero con cierto olor a rancio.

Denzel Washington en su eterno papel de héroe de la calle es el encargado de coordinar las diversas líneas de Metro de la Gran manzana hasta que uno de sus vehículos empieza a hacer cosas extrañas. Cuando por fin contacta con el conductor descubren que uno de los vagones ha sido secuestrado y se enfrentan a un grupo de delincuentes que exigen un millonario rescate a la ciudad. John Travolta está al mando de los malos malísimos.

Pero a pesar de las estrellas del cartel la fórmula es rancia. No sólo rancia, además huele mal, pero sobre todo repite tipo cebolla. Puede que en condiciones normales se pueda juzgar con cierta benevolencia como un producto menor esta suerte de mezcla entre película de secuestros al uso con dosis de acción. Pero viniendo de Tony Scott parece justo ser especialmente crítico ante la avalancha de cintas de diversa índole que lleva perpetrando desde hace años.

Siendo responsable de algunos clásicos ochentenos y algún pequeño título de culto (Permítanme esta licencia con Amor a Quemaropa e incluso Top Gun y El Último Boy Scout) parece que en los últimos intentos está herrando el tiro con producciones formalmente muy prometedoras pero que se deshinchan con el visionado. Se cargó una posible buena cinta con Domino, inició una relación que consensua ahora con Denzel Washington en Deja Vu pero no convenció en una ni en otra y de Fanático, Enemigo Público o Spy Games se pueden salvar algunos retales de cine de categoría entre horas de metraje descartable.

Por eso Asalto al Tren Pelham 123 obliga a replantearse la carrera de su director y posiblemente de su protagonista (Denzel, que lo de John Travolta es ya un caso perdido). Y pese a su jugosa envoltura queda un producto edulcorado, con cierta factura de encarguito hollywoodiense y que sirve sólo para cubrir el expediente.


PROS: Su mero afán de cine palomitero.

CONTRAS: Para eso mejor ver la versión de 1974 que al menos deja un glorioso Walter Matthau

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